La maldita Hispanidad que defendían los vascos y la República

En una fecha como el 12 de octubre, Fiesta Nacional y Día de la Hispanidad, una misma idea se repite miles de veces en twitter. Sea porque alguien lanza la idea y es replicada miles de veces, sea porque la misma idea brota a la vez en miles de personas de manera espontánea frente a un mismo hecho, que también pudiera ser. Uno de los mensajes que este sábado más se repitieron fueron los de tuiteros que decían que ellos no celebraban en 12 de octubre, Fiesta Nacional, porque eran más de celebrar el 14 de abril, día de la República. Resulta curioso que algunas personas hablen tanto de la Segunda República, casi de una manera obsesiva, y sin embargo sepan tan poco de ella, y que a ese desconocimiento selectivo, pero además oceánico, se le llama irónicamente “memoria histórica”. Pues hablemos, hablemos del 12 de octubre y la Segunda República.

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Seguramente para sorpresa de muchos, su amada y desconocida Segunda República (más se la conoce, menos se la ama: garantizado) resulta que celebraba el 12 de octubre. No hay tal oposición entre la Segunda República y el 12 de octubre más que en la cabeza de algunos nostálgicos retrodistópicos. Afortunadamente se puede consultar gratis y online la hemeroteca de algunos diarios de la época, como el ABC, el cual por ejemplo da cuenta el 13 de octubre de 1933 de la celebración del día anterior.

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La crónica del ABC resulta llamativa porque, como veremos, viene a desmontar el 90% de los tuits que circularon el sábado contra esta celebración, y ya de paso hasta algunas cosas más. Exactamente, el ABC relata que “Como en años anteriores, se celebró ayer, 12 de octubre, la Fiesta de la Raza ante el monumento de Cristóbal Colón”. Entre los asistentes a los actos de celebración en Madrid, además, se cita al embajador de Portugal y los embajadores de Bolivia, Ecuador, Guatemala, Perú, Salvador, Uruguay, Venezuela, Cuba, Colombia… El embajador ecuatoriano leyó un discurso muy aplaudido en el que dijo cosas como que las repúblicas americanas eran “naciones esplendorosas nacidas del genio español y poseedoras de su hermoso idioma, todas las cuales papitan bajo sentimientos que sólo se extinguirán cuando el último hombre desaparezca de la faz de la tierra”, o que el Ecuador “rendía a la madre España el tributo de amor de todos los pueblos hispanoamericanos, que forman una confederación espiritual de veinte naciones que ocupan las tierras más bellas del mundo, las cuales podrán albergar más de mil millones de seres humanos”. Esto contesta bastante, en fin, no sólo a quienes se piensan que el 12-O es una celebración franquista, sino también a los que, como Rufián, se piensan que la Hispanidad es una celebración para España pero un suceso luctuoso desde el punto de vista de Hispanoamérica, cosa que desmiente la presencia de todos los embajadores mencionados.

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Sin duda, Rufián también desconoce que Argentina declaró el 12 de Octubre como fiesta nacional en 1917, Chile en 1922, México en 1928… Pero en fin, Rufián es Rufián. Por lo demás, de lo pequeño que es Rufián y lo grande que es la Hispanidad dan cuenta algunas imágenes como el Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, en Dubai, o la mismísima catedral de San Patricio en Nueva York. Esto de pensar que la Hispanidad es un invento que sólo tiene repercusión de España para adentro, y sólo entre fachas, no sino una más de las falsedades históricas en las que la extrema izquierda y el nacionalismo nos pretenden sumergir.

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Volviendo a 1933 y a la crónica del ABC, habrán notado quizá ustedes una pequeña peculiaridad y es que al Día de la Hispanidad en aquella época se le llamaba el “Día de la Raza”. Es decir, que la Segunda República no sólo celebraba el 12-O sino que todo era mucho más políticamente incorrecto aún, y eso de la raza tampoco fue un invento de Franco.

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La denominación como “Día de la Raza”, no obstante, era una cuestión que suscitaba un enconado debate ya en aquella época. Significativamente, dos de los más activos defensores de la Hispanidad, pero asimismo detractores de la idea de “raza” como su elemento vertebrador, fueron dos vascos insignes de la época: Unamuno y Ramírez de Maeztu. Ambos argumentaban que el elemento fundamental de la Hispanidad era la cultura y la lengua, frente a la idea que consideraban reaccionaria de raza. Viene a cuento citar a estos dos vascos por varios motivos. Primero porque, cuando se recuerdan bestialidades que profería Sabino Arana en sus escritos, los nacionalistas vascos alegan que lo que ahora nos parecen bestialidades convertían a Arana en un adelantado de su época. Pues no. Sabino Arana y sus peroratas racistas ya eran algo reaccionario y anacrónico en su propia época. Por contra, Unamuno y Maeztu, que eran vascos, españolistas y contemporáneos de Arana, ya habían superado el discurso sobre la raza y estaban en el de la lengua y la cultura. Maeztu llegó a escribir una obra titulada Defensa de la Hispanidad (1934), incidiendo en esa idea y en el progreso y desarrollo que la llegada a España supuso para los pueblos de Hispanoamérica. Por cierto, los nacionalistas han acabado imitando la idea de Hispanidad como comunidad cultural y lingüística para incorporarla a Euskal Herria, desechando el racismo sabiniano, aunque sea para a su vez pervertir después  la idea de Euskal Herria como comunidad cultural y convertirla en política.

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La mención de Maeztu resulta también oportuna porque, a todo lo anterior, se suma el hecho de que este notable alavés murió asesinado durante una saca en 1936, en uno de esos episodios del terror rojo que en el nuevo relato retrodistópico de la izquierda actual jamás existieron. Como tampoco tuvo ningún enfrentamiento dialéctico real ni exagerado con Millán Astray, resulta improbable -aunque habría material- que Amenábar le dedique ninguna película. Feliz Hispanidad.

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