No hace falta ser muy observador para notar que últimamente sufrimos un notable bombardeo respecto a noticias, sucedidos y protagonistas del deporte femenino que, seguramente, no tiene mucho que ver con la demanda real de información del deporte femenino sino con un intento de igualación que, probablemente, no tendría sentido si precisamente existiera la misma demanda real de presencia o información. En definitiva, parece que muchos medios han decidido introducir una cuota de deporte femenino exista o no esa demanda. Irónicamente las mujeres suelen mostrar, por ejemplo, un notable desinterés por el fútbol masculino, pero no para interesarse por el femenino, sino que su desinterés por el fútbol femenino es aún mayor. Esto se multiplica exponencialmente cuando se trata de deportes minoritarios, que ni practicados por hombres ni por mujeres suscitan un gran interés en la audiencia y por consiguiente en los medios, salvo que se introduzca un elemento ideológico y se proporcione una visibilidad especial a tal o cual deportista frente a sus contrapartes masculinos por ser mujer. Desde luego no hay nada que objetar al hecho de que las mujeres practiquen deporte o lo sigan como entretenimiento, ni mucho menos contra que los medios atiendan la demanda de deporte femenino. Igual que no creemos en la brecha salarial, porque no creemos que haya empresarios que prefieran ganar menos pagando más a un hombre por un trabajo que podría hacer igual cobrando menos una mujer, tampoco creemos que haya medios que hayan decidido ganar menos dinero dejando de retransmitir acontecimientos de deporte femenino por los que exista una demanda real. No hay problema en que se dedique atención a un deporte femenino por el que hay interés, lo discutible es que dedicando atención a ese deporte se pretenda crear ese interés donde no lo hay. Seguramente es que la primera actitud se corresponde con quien cree en la libertad y la segunda con quien cree en la ingeniería social.
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No obstante todo lo anterior, al feminismo progresista y su marco referencial, la ideología de género, le ha salido un enemigo que actúa en el interior. La pretensión de que el género es una cosa fluida y autodeterminable ha llevado recientemente a las portadas a una nadadora trans que arrasaba en el deporte femenino universitario de los EEUU. Pues bien, le ha salido una competencia inesperada que le ha derrotada en la final de la conferencia deportiva Ivy League de la Asociación Nacional Deportiva Universitaria de EE.UU. en Filadelfia. El problema es que la victoria se la ha llevado otra nadadora trans.
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RussiaToday | Se reabre el debate de la ventaja competitiva: la nadadora transgénero Lia Thomas es vencida por otra en proceso de transición de mujer a hombre https://t.co/yR5ywaiOA1 pic.twitter.com/t4Y4yZ6qLe
— Portal Diario (@PortalDiarioAR) January 12, 2022
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Esta noticia en la natación femenina es sólo una pequeña muestra de las inconsistencias discursivas de la ideología de género, sólo que nos enfrentamos a algo más que a un disparate que se queda en el mundo teórico y narrativo, sino ante una paradoja en virtud de la cual los postulados del feminismo están empezando a dividir el deporte entre masculino y trans, expulsando de la competición a la mujer. Obviamente un feminismo que perjudica a la mujer no es tal, sino un feminismo aparente, un feminismo contraproducente y un feminismo a combatir por la mujer o por cualquiera que defienda la verdadera igualdad.
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