Koldo Martínez, desde su exilio senatorial, propone desarrollar una ley en España contra la LGTBfobia, sancionando penalmente las “pseudoterapias” para revertir la homosexualidad. Argumenta el senador que «aunque hace 30 años que la Organización Mundial de la Salud excluyó la homosexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades, sólo en cuatro comunidades autónomas están prohibidas de manera expresa las terapias de aversión sexual», y que «debemos ser implacables para erradicar estas prácticas aberrantes impropias de un estado de derecho, por lo que debemos instar al gobierno a desarrollar las medidas más contundentes al respecto«.
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Como suele suceder cada vez que se aborda este asunto, varias de las cosas que se dan por supuestas en el argumentario LGTB resultan un tanto contradictorias, por no hablar de la prudencia con la que conviene abordar siempre una ampliación de la represión penal como la que se pretende a cuenta de este asunto.
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Nadie apoya los ataques a los homosexuales
Hace apenas unos meses, Koldo Martínez denunciaba públicamente a través de su cuenta de Twitter un ataque homófobo ejecutado sobre su coche. No era la primera vez que le sucedía esto.
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Ni siquiera es #homofobia. Es idiocia. Hace 2 años me escribieron esto a dedo sobre el polvo del coche. Hace unos días me lo han rayado. Eta bai, gay naiz eta harro nago. Eta ez naute aldatuko, ezta beldurtuko! #LGTBI komunitatea aurrera! pic.twitter.com/1s69bCPMuf
— Koldo Martínez Urionabarrenetxea (@komaur) December 27, 2019
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El caso es que este ataque, cuya condena llegó al Parlamento de Navarra, como no puede ser de otro modo fue rechazado de manera unánime por todas las fuerzas políticas sin excepción y sin debate. A nadie le puede parecer bien que a una persona le rayen el coche. No hubo debate al respecto ni en el Parlamento ni en la calle. Pero esto mismo resulta bastante revelador. Si se hubiera tratado de un ataque a otra persona por otro motivo, es improbable que la condena hubiera sido unánime y que no hubiera existido debate. O sea que la violencia contra los homosexuales, por supuesta rechazable, no divide a la sociedad, no es por ello ahora mismo un asunto particularmente problemático, en el sentido de que aunque puedan existir y existen casos puntuales de violencia contra homosexuales, esa violencia no tiene ningún tipo de respaldo social, mucho menos político e institucional. Es decir, si a un par de homosexuales les dan una paliza un sábado por la noche en un pueblo, nadie saldrá en defensa de los agresores. Tampoco habrá previamente a esa agresión vídeos mostrando cómo se debe echar a los homosexuales de los bares, ni días en que se celebre la expulsión de los homosexuales de los pueblos. La violencia contra los homosexuales, a diferencia de otras violencias, al menos está tan rechazada como lo puede estar la violencia en una sociedad, por lo que en ese sentido poco más realmente se puede avanzar.
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Las “terapias” de reversión de la homosexualidad
Dentro de la indignación que lleva a Koldo Martínez a presentar esta moción para reprimir penalmente las terapias de reversión de la homosexualidad, cabe pensar a su vez si este tipo de ofertas necesitan un tratamiento legal específico o de algún modo serían algo parecido a la homeopatía o los libros explicando qué hacer para convertirse en un hombre irresistible. ¿Funcionan? ¿Son una simple estafa? ¿Hace falta engrosar un poco más aún el Código Penal con este asunto? ¿No podemos dejar que la gente si quiere cometa sus propios errores? Por otro lado, ¿es la homosexualidad un estado inalterable y definitivo a diferencia de lo que se nos dice de todos los demás estados humanos?
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Paradójicamente, si alguien proporciona algún tipo de fundamento ideológico a las terapias de reversión de la homosexualidad son precisamente personas como Koldo Martínez. Todo SKOLAE es un paquete ideológico que confirma la posible eficacia de las terapias de reversión de la homosexualidad. Es decir, por un lado se nos dice que la identidad de género y la atracción sexual no son naturales, que son una mera construcción social a través de la educación, que el género y la atracción son fluidos. ¿No es esto una confirmación de que las terapias de reversión pueden funcionar? ¿O es que la heterosexualidad es una construcción social fluida pero la homosexualidad es natural e inamovible? Si alguien quiere experimentar con la homosexualidad es genial, de hecho hasta se promueve y se aplaude. Con la heterosexualidad se puede estar insatisfecho, con la homosexualidad no. Nadie es 100% heterosexual, pero se es 100% homosexual. De la heterosexualidad se sale. La heterosexualidad es una cárcel heteropatriarcal. Estuve casada 7 años con un hombre y tuve dos hijos, pero ahora soy lesbiana y vivo con otra mujer, ¿por qué sería un delito plantearlo al revés? Si alguien homosexual quiere experimentar con la heterosexualidad, ¿hay que meterlo en la cárcel?, ¿o acaso ponerlo en terapia? ¿Podría alguien incómodo con su homosexualidad reunirse con otras personas que abandonaron la homosexualidad para hablar de su experiencia? ¿Dónde estaría el límite penal? ¿Bastaría con renombrar las terapias de reversión de la homosexualidad para adaptarlas al presente lenguaje políticamente correcto? Por tanto ya no es que la propuesta de Koldo Martínez sea buena o mala, sino que es una pura contradicción.
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Un comentario
En esta vida hay varias cosas muy tozudas, pero especialmente dos: la realidad y la naturaleza, por mucho que diversos «colectivos» no quieran asumirlo e intenten retorcerlas.