El que se forra con la subida de la luz es el estado, no las eléctricas (o no tanto)

Nadie piensa que las eléctricas son unas santas, no tiene sentido por tanto abundar en su culpa. Lo peligroso, seguramente, es la cantidad de gente en España que cree en la santidad del estado. El gobierno, por otro lado, sabedor de la impopularidad de las eléctricas tiende a culparlas de todo. El problema con esta forma de ver las cosas es que los datos no resisten la comparación en cuanto a, de todo lo que pagamos por la factura eléctrica, lo que se llevan las empresas y lo que se lleva el gobierno.

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Si buscamos información sobre lo que se lleva el gobierno de los bolsillos de todos los españoles a través de la factura de la luz, las cifras publicadas rondan los 8.000-9.000 millones de euros. Entre los ingresos del estado a costa de los ciudadanos y su factura de la luz se cuentan el IVA, el impuesto sobre la electricidad, el impuesto a la generación o los costes de emisión de CO2. Por todo ello y más nos cobra dinero el estado. Todo ese dinero no sirve para pagar costes de generación o distribución, son sólo ingresos para el gobierno. Digamos que lo que se lleva la empresa son los beneficios menos los costes y los impuestos. El usuario paga los costes, los beneficios y los impuestos. El gobierno simplemente se limita a cobrar a todos encareciendo el producto, de hecho encareciendo extraordinariamente el producto.

Si el estado decidiera abstenerse de sacar beneficios del consumo de electricidad, el coste de la factura que pagan los hogares se reduciría entre un 55% y un 65%. A esto es a lo que nos referimos cuando hablamos de encarecer extraordinariamente el producto. El estado ha tomado una necesidad básica y la ha gravado, para pagar sus gastos, con unos impuestos atroces igual que podía haber creado un impuesto sobre la respiración. No es tanto, aunque también, que el coste de las energías renovables sea mayor o menor respecto a la nuclear, el carbón, el gas o la hidráulica, sino que ninguna energía es barata si el estado dobla el precio a base de impuestos. O por pasiva, la factura de la luz sería al menos la mitad de barata si el estado sacara sus manos de la factura. El problema con la factura de la luz se llama “gobierno”.

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Hemos dicho que el gobierno saca de la factura de la luz unos 8.000-9.000 millones de euros anuales, según las cifras publicadas que pueden encontrarse en los medios, ¿pero cuánto sacan las malvadas empresas eléctricas? Los beneficios de Iberdrola superaron el año pasado los 3.500 millones de euros, pero también según lo publicado España sólo representa aproximadamente un tercio del negocio de Iberdrola. Los beneficios de Iberdrola por tanto en España podrían rondar los 1.200 millones de euros. En cuanto a Endesa, la otra gran eléctrica, tuvo el año pasado un beneficio de 1.400 millones. Es decir, aproximativamente podríamos hablar de que las dos grandes eléctricas tendrían beneficios de unos 3.600 millones y el estado de unos 8.000-9.000.

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No iremos tan lejos como para decir que pobrecitas las eléctricas y qué poco dinero ganan, sin embargo 3.600 millones puede ser menos de lo que parece. El de la electricidad es un negocio que requiere una gran capitalización e inversión. Si, por ejemplo, para ganar 3.600 millones hay que invertir previamente 180.000 millones, en realidad hablamos de un rentabilidad más bien baja sobre la inversión, de tan sólo un 2%. Es probable que para sacar sólo un 2% hubiera mejores destinos y con menos riesgo donde invertir 180.000 millones de euros. Llegados a cierto punto, si invertir en la generación, distribución y comercialización de energía no tuviera sentido desde el punto de vista de la rentabilidad, sencillamente nadie lo haría. Desde luego el estado podría hacerse cargo de todo el sistema eléctrico, ¿pero tendría menos costes si, por ejemplo, todos los empleados de Endesa e Iberdrola pasaran a ser funcionarios? Parece dudoso.

Llegados a este punto alguien podría empezar a argumentar que es que el estado necesita el dinero para pagar los colegios y los hospitales y que por tanto se justifica la carga impositiva que soporta el precio de la electricidad. El problema es que esta forma de razonar lo justifica todo y lo justifica infinitamente. Excusándose en que hay que pagar los hospitales y los colegios el gobierno puede justificar unos impuestos del 30%, pero también del 50%, del 70% o del 99%. El problema es que a la gente le tiene que quedar para comer, vestirse o pagar la luz después de pagar los impuestos. Por otro lado, la realidad es que los impuestos sirven para pagar muchas cosas que no son hospitales ni colegios. Televisiones públicas o ministerios florero, por ejemplo. Los medios públicos cuestan unos 1.800 millones de euros al año, más del 50% de los beneficios de las eléctricas. Los medios públicos se pagan con dinero que se quita a los hospitales o los colegios o que se carga en la factura de la luz. La calidad de los hospitales o los colegios, por otro lado, no parece guardar una relación directa con las subidas de impuestos de los últimos años. A veces se habla como si la calidad de los servicios públicos dependiera sólo de los impuesto y no de la buena gestión, y a veces se habla de los impuestos que se pueden pagar como si no dependieran de la riqueza del país y de lo que la gente con lo que gana puede pagar, claro que a veces también se habla de lo que la gente puede ganar como si no tuviera relación con la riqueza que genera trabajando y los salarios se pudieran fijar por decreto.

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En esta crisis se ha apretado el cinturón todo el mundo menos el estado

Salta a la vista que el problema de la luz, en lo que toca a la generación, no se puede arreglar de un día para otro. Aunque decidiéramos llenar España de centrales nucleares y pantanos no podemos cambiar de modelo energético en unas semanas o unos meses, ni siquiera en años. Ni siquiera habría ahora una voluntad política para hacerlo y por lo que hemos visto tampoco los costes de generación, aunque podrían bajarse, son el punto fundamental del problema de precios. El problema fundamental en términos cuantitativos, por no mencionar que es sobre el que podría incidirse de manera inmediata para ayudar a los españoles, sería bajar los impuestos. Pero para eso habría que recortar los gastos y apretarle el cinturón al estado. Los estatalistas dicen que eso es casi imposible porque el cuerpo del estado está finísimo y es sólo fibra, aunque el resto del mundo observa el cuerpo del estado y ve un obeso mórbido rebosante de grasa. Los que estamos tiesos somos los ciudadanos porque cuantos más recursos consume un estado obeso menos recursos nos deja al resto.

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