En estos tiempos de nueva normalidad en los que nada de lo que sucede es normal según los viejos estándares, el PNV se descolgaba ayer con el anuncio de que había pactado con el gobierno central la transferencia a Navarra y la CAV de la gestión del Ingreso Mínimo Vital.
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Javier Esparza, valoraba el anuncio señalando que los acuerdos entre el PNV (que ostenta seis escaños en representación del País Vasco y ninguno de Navarra) y el Gobierno de Sánchez “son un despreciable ataque a las instituciones navarras, al autogobierno foral y a la voluntad legítima de los ciudadanos navarros que expresamente han rechazado que el partido nacionalista negocie nada en su nombre”. El portavoz de Navarra Suma recordó que “cualquier acuerdo de esta naturaleza afecta a instituciones de derecho como el Convenio económico, el orden competencial de la Comunidad Foral y otros aspectos centrales del bloque de foralidad constitucional que no han sido tenidos en cuenta por Pedro Sánchez y el PNV”. Esparza consideró “dramático” que un gobierno “pisotee en tan poco tiempo tantos derechos que el pueblo de Navarra ha ostentado durante toda su Historia”, sentenciando que “Chivite ostenta el deshonor de ser la presidenta más sumisa que ha tenido Navarra ante las vejaciones a la Comunidad Foral, sus derechos y sus instituciones”.
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Por su parte, el PSN con posterioridad al anuncio del acuerdo se presentaba como un interlocutor no mencionado por el PNV y señalaba a Cerdán como un elemento relevante en la coordinación del acuerdo.
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Podría señalarse que ninguna de las interpretaciones de lo sucedido ayer resulta tranquilizadora en lo que se refiere al respeto al autogobierno foral.
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Si creemos a Navarra Suma, la autonomía foral de Navarra fue pisoteada ayer, ya que un asunto relevante como este no lo negociaron el gobierno central y el foral, sino el gobierno central y el PNV.
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Si creemos al PNV, la interpretación en realidad no es muy distinta a la de Navarra Suma, sólo que el PNV está encantado con ello.
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Si creemos al PSN, lo cierto es que el cuadro resulta sólo un poco menos preocupante que el que dibuja Navarra Suma. Frente a la tradicional relación bilateral entre los gobiernos de España y Navarra, ahora habríamos pasado no sé sabe cómo, por la vía de hecho y sin que los navarros hayan decidido nada al respecto, a una situación trilateral en la que por un lado estaría el PNV, por otra el gobierno central y por otra Santos Cerdán.
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Puede haber por tanto alguna duda respecto a lo que pasó ayer, pero en cambio no parece que pueda haber dudas respecto a que fue algo malo para el autogobierno.
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El peligro de injerencias como esta es que, al tratarse de conseguir cosas que la ciudadanía en principio puede percibir como positivas, pueden generar un clima de aceptación y relajamiento respecto a estas injerencias del PNV. Sin embargo se trata de regalos envenenados, ya que Navarra realmente no necesita al PNV para este tipo de consecuciones, de modo que el PNV nos regala algo que ya es nuestro, y sin embargo se normaliza la intromisión del PNV en el gobierno foral.
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