El Programa de Becas de la Fundación Amancio Ortega ha concluido la selección de los 600 alumnos de 4º de la ESO de colegios de toda España que cursarán 1º de Bachillerato en Canadá y Estados Unidos el próximo año académico. Entre los 600 seleccionados hay 14 alumnos navarros. Las becas cubren el 100% del coste de un año escolar, incluyendo alojamiento y manutención con una familia local, escolarización, viaje, seguro médico y de accidentes, seguimiento durante los diez meses de estancia en el extranjero o una asignación mensual para gastos menores.
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Para acceder a una de estas becas, hace falta una nota media mínima de 7 en 3º de la ESO, una nota mínima de 7 en la asignatura de inglés, una prueba específica de inglés y una entrevista personal. Además se tiene en cuenta el nivel de renta familiar de los solicitantes con un peso del 60% de la nota final.
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Ante este nuevo gesto altruistra de Amancio Ortega, que se añade por pura generosidad a todos los impuestos que paga, sin duda no faltarán los críticos de la extrema izquierda que rechacen este tipo de iniciativas, afirmando que es intolerable que dependa de la generosidad de un potentado que un alumno pueda ir a estudiar al extranjero, y que debe ser el estado quien garantice esa posibilidad como un derecho a los alumnos.
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Por el contrario, la pregunta podría ser si con Amancio Ortega hace falta estado. Es decir, si hubiera varias docenas de fundaciones en España, financiadas por aportaciones privadas, en virtud de las cuales cualquier alumno pudiera estudiar en el extranjero sin necesidad de intervención estatal, ¿qué sentido tendría esa intervención estatal? ¿Por qué hacer pagar impuestos a la gente para conseguir algo que podría funcionar con aportaciones privadas y voluntarias? Obviamente no todos estudiantes que la quisieran conseguirían una beca, tampoco si se tratara de una beca pública, pero todos los estudiantes que quisieran podrían aspirar a una limitados sólo por sus capacidades, su esfuerzo y sus notas, no por los ingresos de su familia. Se trata de un campo, como tantos, en que el estado podría actuar con carácter subsidiario, sólo en caso de que la sociedad por sí misma no resolviera tal o cual asunto por sus propios medios. A lo mejor nos acabábamos sorprendiendo de todo lo que somos capaces de hacer por nosotros mismos sin la ayuda de papá estado y sin tener que depender de nuestros gobernantes bienamados.
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Por el contrario, la realidad suele ser no que la sociedad civil es incapaz de afrontar la mayor parte de las necesidades y que el estado tiene que actuar para resolverlas, sino que el incapaz de afrontar las necesidades es el estado y es la sociedad civil la que tiene que hacer el trabajo: los ejemplos podrían ir desde Cáritas hasta el Paris 365, pasando por estas mismas becas de Amancio Ortega. La primera mentira por tanto es que sin estado no habría comedores ni becas, y la segunda mentira es que el estado nos tiene que expoliar la cartera para que haya comedores y becas que luego en la realidad las tiene que acabar sufragando la generosidad privada.
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Un comentario
Qué malvados son estos fachas, ¿para que quieren enviar a sus hijos a un país capitalista como Estados Unidos pudiendo estudiar un máster de género en la nafarroako unibertsitate publikoa?