El lema de Geroa Bai para la campaña electoral, “Navarra no se toca”, permite jugosas expediciones a la hemeroteca con resultados reveladores.
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Así, por ejemplo, en plena ofensiva golpista del nacionalismo catalán en octubre de 2017, tratando de crear un segundo frente separatista y recién cruzado en Navarra el ecuador de la legislatura del “cambio”, Bildu se descolgaba con una propuesta para crear la República Confederal de Euskal Herria, incluyendo a la CAV, Navarra e Iparralde.
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La injerencia llegaba rápidamente al Parlamento de Navarra, aunque una declaración para rechazar la propuesta de Bildu tropezaba en la Junta de Portavoces con la oposición de Geroa Bai, Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra, los cuales la bloquearon alegando que no correspondía al Parlamento de Navarra aprobar textos para criticar declaraciones de dirigentes políticos. En realidad, el cuatripartito no quiso mojarse en una votación apoyando o rechazando la propuesta de Bildu. El portavoz de Geroa Bai, Koldo Martínez, declaró sin embargo que era «partidario de la libertad de expresión» y señaló que «tan libre de expresarse es aquel que cree en la España, única, grande y libre del Franquismo como en la propuesta de la Republica Confederal de Euskal Herria», añadiendo que «Bienvenido sea el debate democrático, somos partidarios de hablar de todo con todos«. Obviamente el debate no era si Bildu tenía libertad de expresión para plantear la República de Euskal Herria con Navarra como provincia, sino si Geroa Bai estaba de acuerdo o no con la propuesta. Imaginemos por otro lado que alguien, por medios democráticos, propusiera debatir la desaparición del Convenio. ¿Tampoco tendrían opinión el portavoz de Geroa o la presidenta Barcos? ¿Se limitarían a decir que es un debate legítimo?
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La oposición al cuatripartito, sin embargo, se las apañó para sortear el bloqueo en la Junta de Portavoces reclamando a la propia presidenta Barcos que compareciera en el Parlamento para posicionarse sobre la propuesta de Bildu, algo a lo que la presidenta no podía negarse cuando lo solicitan un mínimo de 15 parlamentarios.
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Llegado el momento solemne de ver a Uxue Barcos pronunciarse, el 22 de noviembre de 2017 , la presidenta tomó la palabra para expresar su postura pero, misteriosamente, en vez de las cuatro palabras que todo el mundo esperaba, en vez del mantra mágico de campaña, en vez de decir respecto a la propuesta de Bildu de crear la República de Euskal Herria que sencillamente “Navarra no se toca”, lo que en cambio salió de la boca de la presidenta Barcos fue que: “Con respecto a las propuestas políticas, ésta que hoy vemos y cualquiera, siempre que se propongan en términos de respeto democrático y mientras no se desarrollen como iniciativa parlamentaria, que cuando se desarrollen ya hablaremos, no tengo nada que decir».
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Pues efectivamente. Esa fue la respuesta de Barcos. Hay que decir en su favor que como lema de campaña quedaría ahora un poco larga. Lo que se gana en sinceridad a veces se pierde en longitud y no resulta pegadizo. Aunque no tanto como para olvidar del todo y para siempre que cuando alguien, al oeste de la frontera, planteó meternos en una república confederal con Alava, Guipúzcoa y Vizcaya, la frase que entonces dijo la presidenta no fue «Navarra no se toca», sino «no tengo nada que decir». Y efectivamente nada dijo.
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