Esta misma semana el Gobierno de Navarra presumía de la recaudación recuperada en la lucha contra el fraude. Una vez analizados los datos, no obstante, el resultado era bastante decepcionante. Es decir, se trataba de unos datos bastante en línea con los que había con UPN en el gobierno. Como es natural, con los 15 ó 20 millones más que se habían podido llegar a recaudar, más por la reactivación de la actividad de la economía (también de la sumergida) que de otra cosa, saltaba a la vista que era imposible pagar utopías y promesas populistas como la renta universal. También señalábamos que si en 2012 había 44 inspectores en la Hacienda foral ahora con el cambio seguía habiendo los mismos. En realidad había uno menos, al menos en la última memoria de Hacienda, correspondiente al año 2017, pero hoy iremos todavía un poco más lejos.
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En los últimos tiempos se ha instaurado en una amplia capa de la sociedad la idea de que el gasto público es bueno. Es más, incluso que el estado gaste más de lo que ingresa es muy bueno. Los políticos que no son capaces de ajustar los gastos e ingresos ahora, en vez de unos inútiles, despilfarradores y malos gestores, son los mejores políticos. En este mundo al revés, que los impuestos suban y suban, aunque sólo sea para pagar las medidas populistas, los desajustes presupuestarios y la mala gestión, también es muy bueno. Y por tanto también es muy bueno que Hacienda crezca y que haya más inspectores y más inspecciones. ¿Quién podría oponerse a ello?
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Lo cierto, sin embargo, es que además de subir los impuestos los malos políticos tienen una llave más para conseguir dinero de los ciudadanos y las empresas que es convirtiendo a los inspectores en instrumentos del mal y apretando con o sin razón las tuercas de las inspecciones de Hacienda.
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Como casi lo que se refiere a cualquier apartado de la legislación, y más cuando la legislación es amplia y compleja, así como la realidad sobre la que se aplica, en las inspecciones de Hacienda puede haber un amplio margen para la interpretación. Naturalmente los ciudadanos y las empresas, si se sienten maltratados, pueden acudir a los tribunales, pero en general se trata de un recurso muy extremo para los inspeccionados el cual tampoco ofrece totales garantías porque, volviendo al principio, cuando las leyes que se le aplican ocupan un libro de más de 1.000 páginas todo es tan poliédrico e interpretable que cualquier cosa puede pasar. Es decir, Hacienda y la administración juegan con una baza injusta a su favor y es que a menudo, por no decir casi siempre, las leyes son tan extensas y prolijas que es casi imposible cumplirlas al 100%. Es más, entre tantas cosas que hay que cumplir si uno las cumple al 100% o no puede ser una cuestión de interpretación.
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De hecho, el dato que hoy nos ocupa es que Hacienda pierde en los tribunales la mitad de los procedimientos contra los contribuyentes.
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Esto quiere decir dos cosas por lo menos.
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Primera que cuando Hacienda carga no afina al punto que gane el 99% de los juicios, ni mucho menos.
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Segunda que esto sucede con los casos que acaban llegando a los tribunales. ¿Qué pasa con los ciudadanos o las empresas que, pese a sentirse maltratados, prefieren pagar y callar que meterse en un pleito y además con Hacienda, a veces por una cantidad relativamente pequeña?
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La conclusión es que la lucha contra el fraude es algo estupendo. Claro que sí. A nadie que paga lo que le toca le gusta que el vecino pague de menos. Lo que uno paga de menos, otro lo tiene que pagar de más. Ahora bien, tan malo como pagar más de lo justo porque el vecino paga de menos es pagar de más porque Hacienda aplique e interprete una legislación oceánica e inabarcable de la manera más desfavorable posible para el contribuyente. Al punto que haya que llegar a los tribunales y jugarse a un cara o cruz un resultado que sólo favorece a Hacienda y su exceso de celo en la mitad de los casos, lo que a primera vista parece un porcentaje de reclamar lo indebido tan elevado como sintomático. Cuanto más y más dinero necesiten los malos políticos para tapar los agujeros presupuestarios que ellos mismos crean, es de temer que la situación también en esto sólo puede ir a peor.
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