¿Y por qué tiene que disimular Bildu en vez del PSOE?

Pedro Sánchez, nuestro gran timonel, ha hablado. Le ha costado lo suyo pronunciarse sobre los asesinos incluidos en las listas de Bildu, ha esperado a una estrafalaria rueda de prensa en el parking de la Casa Blanca tras su reunión con Biden. Se ha tomado días y un vuelo transoceánico para pensar lo que iba a decir, que ha sido algo tan perverso como que las listas de Bildu son legales pero no decentes.

¿Por qué es tan perverso lo dicho por Sánchez? Para empezar porque da por hecho que las listas son legales. ¿Y por qué dar por hecho que las listas son legales cuando la Ley de Partidos es clara al determinar que la inclusión de terroristas no arrepentidos en unas listas electorales es una causa de ilegalización? Lo que está claro es que Sánchez no va a a dar la batalla de la ilegalización, lo que nos lleva al siguiente punto.

¿Qué más da si a Sánchez le parece decente o indecente meter terroristas en una lista electoral? O sea, si le parece decente gobernará apoyado en Bildu, y si le parece indecente también gobernará apoyado en Bildu. Entonces, ¿qué más da si se le parece decente o indecente? ¿Cuál es la diferencia? No va a dar la batalla legal contra Bildu y ya ha determinado que las listas son legales porque decentes o indecentes gobernará con los escaños de Bildu. No va a ni a renunciar al pacto ni a perseguir al partido que le puede dar la reelección, aunque meta asesinos en sus listas. ¿Cómo calificar entonces todas y cada una de las palabras de Sánchez sino como persversas?

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Dicho esto, a quien no se le puede pedir que haga unas listas decentes es a Bildu. Para empezar, ¿y por qué tendría que preocuparse Bildu por las consecuencias de meter asesinos en sus listas? ¿Acaso es un problema para Bildu? Bildu ha metido a sus etarras en sus listas porque sabía perfectamente que la respuesta del PSOE iba a ser la que ha sido: no hacer nada a nivel legal, no hacer nada a nivel político y pronunciar unas palabras intrascendentes para salir del paso. ¿Por qué se va a andar Bildu con miramientos si puede hacer lo que le de la gana con impunidad absoluta?

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Por supuesto reafirmando su naturaleza filoetarra Bildu tampoco afronta consecuencias electorales. No va a perder ningún voto entre su electorado por meter a unos cuantos txapotes en sus listas, puede que hasta al contrario. El electorado de Bildu sabe perfectamente lo que vota. Todos sabemos qué es Bildu. Y esta es precisamente la peor parte del problema.

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La candidata de VOX a la alcaldía de Pamplona, María Estévez, tuiteaba el fragmento de una entrevista en la que el popular Chema Herzog le cuenta al follonero el asesinato de José Luis Caso, un soldador de Rentería al que los etarras le pegaron en un bar de Irún dos tiros en la cabeza. Y lo que les pasó a sus compañeros a continuación. Es un testimonio estremecedor, pero que confirma que el problema con Bildu tiene mala solución.

Sin duda a cualquier persona que haya escuchado el vídeo lo que le habrá conmocionado y llamado la atención es el relato de lo sucedido, pero no menos significativo es que el entrevistador de Herzog sea el follonero. Es decir, solemos pensar que si la gente acepta con normalidad a Bildu es porque no ha conocido o va olvidando ya los crímenes y las salvajadas de ETA, y que hay que enseñar a los niños en el colegio los atentados de ETA. Pues bien, el caso del follonero cuestiona esta creencia. El follonero es el propio entrevistador y conoce por tanto perfectamente el caso, no obstante lo cual será el primero en apoyar que Pedro Sánchez gobierne apoyándose en Bildu. Como al follonero, prácticamente a todo el electorado de izquierdas le da igual gobernar con Bildu y si Bildu incluye o no incluye asesinos en sus listas, o estaríamos viendo una debacle electoral o un desplome adicional en las encuestas que es improbable que veamos. Véase si no lo que está sucediendo en Navarra.

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Para empezar hay que decir que Pedro Sánchez ha dejado en bastante mal lugar a María Chivite. Al tomarse tanto tiempo para opinar sobre el asunto, Chivite tuvo que pronunciarse antes de que hablara Pedro Sánchez sentando doctrina, por lo que Chivite vino a decir que la inclusión de los asesinos en las listas de Bildu era una idea maravillosa y una estupenda noticia para la democracia poco antes de que saliera su jefe a decir que era una indecencia. Pero el ridículo de Chivite no es lo preocupante del caso.

Lo preocupante del caso, que viene a ilustrar la idea de que gobernar con Bildu le parece estupendo a la práctica totalidad del electorado español, es que en Navarra Chivite lleva 4 años gobernando con Bildu y ninguna encuesta pronostica ni una debacle del PSN, ni un terremoto electoral ni un cambio signifcativo de mayorías. El elector promedio de izquierda odia mucho más a la derecha que a Bildu. Con Rivera no, con Otegui sí. No cabe hacerse ilusiones al respecto. Otra cosa es que haya que denunciar la indignidad de Bildu por incluir a los asesinos y la del PSOE por aceptarlo, pero hay que denunciarlo por imperativo moral, no porque vaya a dar ningún voto a la derecha. Tampoco obviamente formaciones como Podemos o ERC van a perder votos por hermanarse contra la derecha con Bildu.

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Hablando de ERC, Rufián ha comparecido para apoyar por supuesto a Bildu, y lo ha hecho de la forma más batasuna que podría haberlo hecho: separando el mundo entre los amigos de Bildu y el fascismo.

En lo que respecta a Rufián se imponen varias reflexiones porque son las mismas reflexiones que maneja la izquierda española con carácter general.

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La primera reflexión se refiere al peligro de que te llame todo el día fascista gente que considera justificada la violencia para luchar contra el fascismo. Esto por cierto es exactamente lo que hacía la ETA antes de atentar contra alguien: señalarlo como un fascista para justificar el posterior atentado.

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La segunda reflexión es que cuando Rufián, Pablo Iglesias, Odón Elorza o Cerdán califican de fascista a tal o cual partido rival, lo que quieren es que ese rival ya no pueda dar un mitin o ir a pegar carteles a ciertos sitios sin que le agredan. De hecho, claramente en el caso de Iglesias o Rufián cuando lo agreden no lo condenan. Son indiferentes a esas agresiones. No las condenan. No las mencionan. Por el contrario, insisten en seguir llamando fascistas a los agredidos e implícitamente justificando por tanto a sus agresores, que de delincuentes y antidemócratas pasan a ser luchadores contra el fascismo. La izquierda española se encuentra totalmente radicalizada.

De hecho esta es precisamente la reflexión final y es que la izquierda no llama fascismo al fascismo cuando es ella quien lo practica, de hecho lo llama incluso antifascismo. Y la izquierda llama al final fascista a todo el que le lleva la contraria, no reconociendo el derecho a existir del que no piensa como ella. No resulta extraño por tanto que Pablo Iglesias pueda entrar como un amigo en una herriko taberna porque su concepción de la violencia, en realidad, no es muy distinta de la de Bildu. Por eso tampoco el relato de Bildu sobre la violencia o la inclusión de sus asesinos en las listas tiene electoralmente, ojalá nos equivoquemos, mayor consecuencia. Y ojalá nos equivoquemos, porque si no es por un severo varapalo electoral la izquierda no va a revisar jamás su relato.

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