SKOLAE vuelve a ser derrotado en los tribunales. A partir de aquí buenas y malas noticias. Las buenas noticias son que efectivamente el Tribunal Superior de Justicia de Navarra, esta vez de manera definitiva, ha vuelto a tirar el programa de adoctrinamiento impuesto en época de Barcos y mantenido después por Chivite. Sin duda nos encontramos ante un varapalo judicial al programa cuya tramitación e imposición, sin entrar en el fondo del programa, se llevó a cabo saltándose por completo hasta el procedimiento legal exigido para implantarlo. SKOLAE es un despropósito por consiguiente tanto en el fondo como en la forma. No es sólo que no respeta la libertad ideológica de las familias sino que tampoco respeta los procedimientos legales y administrativos. SKOLAE es un monumento gubernamental al desprecio del estado de derecho.
Puesto que la Justicia ha descarrilado SKOLAE de entrada por una cuestión de procedimiento (sin significar eso que sus contenidos no puedan ser también ilegales puesto que no se ha entrado en ellos), interesa precisamente recordar lo que significa este programa. SKOLAE es una abyecta manera de adoctrinar a los menores desde su más tierna edad, usando toda la red pública-concertada del sistema educativo, para inocular en sus cabezas todos los mantras de la ideología de género y el feminismo más radical. El Tribunal Supremo británico acaba por ejemplo de establecer que sólo existen dos géneros, lo que haría un programa como SKOLAE inconstitucional en Gran Bretaña. SKOLAE niega la biología y enseña a los niños, de manera totalmente anticientífica, que los géneros son una cosa fluida, que cada uno tiene el género con el que se autopercibe, que puede cambiar de género como de chaqueta y que existen tantos géneros como seamos capaces de imaginarnos.
Todo esto además no es una fantasía optativa, sino que SKOLAE la convierte en obligatoria. SKOLAE es uno de esos casos en que la izquierda convierte en obligatorio algo que si de dejara a la libertad de cada cual a lo mejor casi nadie escogería. Detrás de SKOLAE no tenemos por tanto sólo una visión delirante de la biología humana, sino una visión políticamente totalitaria. Experimentar con niños no es además una cuestión de mero adoctrinamiento, sino que puede llevar a muchos de ellos no ya a pensar tal o cual extreavagancia, sino a confundir y arruinar su vida por completo. Muchas vidas infantiles pueden quedar rotas por esta enfermiza obsesión de obligar a los niños a cuestionar su sexualidad y su género desde la más tierna edad.
La mala noticia es que, pese a la victoria judicial y moral de las familias, el gobierno foral ya ha anunciado que la sentencia del TSJN no tendrá efectos prácticos. Si la justicia tarda 4 años en resolver un asunto, el gobierno entretanto aprueba tres o cuatro órdenes forales más de forma que lo anulado ya ha sido sustituido por otra cosa que en realidad es lo mismo pero que la justicia tardará otros 4 años en anular. Total que la justicia no vale para nada. O sea que las leyes en realidad no valen para nada en lo que respecta al gobierno. El gobierno está fuera de la ley y presume de ello cuando dice que las sentencias que anulan sus decisiones no tienen efectos prácticos. El totalitarismo es eso. Si alguien tiene que estar sujeto por la ley es precisamente el gobierno, porque es el más poderoso. No tenemos sin embargo en el gobierno y sus apoyos a unos partidos que se caractericen por su respeto al estado de derecho. La Constitución es un chicle y los magistrados del Tribunal Constitucional que tienen que decidir si lo que hace el gobierno es constitucional han sido de facto nombrados por el propio gobierno. De ahí para abajo, como en el caso de SKOLAE, el gobierno ordena y manda con desprecio absoluto a todo el marco normativo.
No todo sin embargo son buenas noticias para el gobierno. Puede que los varapalos judiciales, que son casi todo lo que deciden los tribunales cuyos jueces no han sido nombrados por el gobierno, no detengan por completo SKOLAE o sus sucesivas versiones, pero no se va a poder ignorar la oleada que empieza a recorrer todo el mundo en reacción a la imposición de este tipo de adoctrinamiento demencial. Efectivamente no nos encontramos ante un fenómeno local sino general, como acabamos de comprobar en Gran Bretaña, pero es que la victoria de Trump ha venido en gran medida de la mano de todos esos millones de familias cansadas de ver cómo la izquierda woke imponía para sus hijos la educación de los hijos de Angelina Jolie o la de todas las familias desestructuradas y estrafalarias del universo holivudiense. En el fondo no deja de ser curioso ver al nacionalismo vasco más extremo, o a la izquierda antiestadounidennse y marxista más radical, abrazando con fervor acrítico la moral y el estilo de vida Kardashian. La ideología de género va a fracasar porque hay dos tipos de personas en el mundo: los que rechazamos la ideología de género viendo ya antes de ponerla en práctica que sus efectos van a ser desastrosos, y los que se van a dar cuenta que es un desastre después, pero no va a quedar nadie que no vea que la ideología de género es un desastre antes o después, mala suerte los que se den cuenta después.
Finalmente, como toda ilegalidad que comenten nuestros gobernantes, la pagamos los ciudadanos de nuestros bolsillo. O sea, el TSJN ha condenado en costas al gobierno foral empeñado en recurrir la nulidad de SKOLAE hasta el final, pero esas costas las pagamos los contribuyentes. Es por ello que nuestros bienamados gobernantes no tienen que medir sus posibilidades de éxito al recurrir o padecer en su bolsillo particular las consecuencias de equivocarse. También en esto la asimetría entre el poder del gobierno y el poder del ciudadano normal es total, y también en esto en algún momento habrá que recuperar un cierto equilibrio y una cierta igualdad.
