Frecuentemente señalamos el hecho de que muchas noticias pasan inadvertidas en la vorágine de la actualidad estrepitosa, no es el caso de esta, la del policía infiltrado en un grupo separatista que tuvo algún tipo de experiencia “sexoafectiva” con una nutrida tropa de las espiadas. El independentismo y la extrema izquierda no pueden estar más indignados por esta noticia. Cuando una noticia como esta suscita tanto interés a lo mejor es que en el fondo del fondo hay algo menos anecdótico de lo que parece.
https://twitter.com/Manu7NN/status/1620811768015765508
Comenzando por lo más obvio, no tiene sentido reprocharle al espía que hiciera de espía. O sea, los infiltrados de la policía no van con un letrero colgando que diga que son policías. Mentir y camuflar su condición no sólo es lógico, sino requisito esencial de cualquier espía infiltrado, en España y en cualquier parte del mundo.
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A partir de ahí los reproches al policía resultan un tanto ilógicos. Las afectadas por el arrebatador atractivo del espía reconocen que el único motivo por el que ahora están descontentas es que el espía sexoafectivo era policía. Sin embargo, haber ocultado ese hecho no sólo no puede resultar objetable sino que, como decíamos, resulta el elemento esencial y característico del papel de infiltrado.
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¿Podía haber hecho el policía las cosas de otra manera? ¿Hay límites morales para un infiltrado? O sea, ¿puede poner bombas un policía infiltrado en un grupo terrorista? Las relaciones sexoafectivas del policía, ¿fueron por trabajo o por amor al deporte? ¿Hay que darle al policía una medalla por ir mucho más allá del deber o merece por el contrario un reproche? El debate sobre si el fin justifica los medios es interesante, pero tampoco nos centraremos en eso.
Yo no valgo para ser policía infiltrado pic.twitter.com/RTPBVcQFcT
— Indio (@intipite) February 2, 2023
El punto de esta cuestión es que el sexo no es cualquier cosa. Se nos intenta convencer de que sí, pero no, como se hace evidente en cuanto salta a la actualidad una noticia como esta. Por un lado la cultura actual y su discurso dominante trabaja sin descanso por la trivialización del sexo. Hay que admitir sin prejuicios las relaciones abiertas, el sexo en grupo, la homosexualidad, la bisexualidad, la trisexualidad, la asexulidad, la transexualidad, la pansexualidad, la prostitución, ¿pero tener relaciones sexoafectivas un espía con la espiada? ¡Eso es un clásico desde Mata Hari que no se puede tolerar!
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¿Y por qué no?
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O sea, determinemos de una vez si el sexo es algo trivial o no. Si el sexo es como comer, respirar, dormir o jugar a tenis o si por el contrario es algo distinto. Si es pura fisiología o hay algo más. Pero si hay algo más, entonces lo hay para todo, no sólo para cuando un policía lleva su papel como infiltrado al extremo. No vale trivializar el sexo desde la escuela enseñando a los niños que el amor no existe, o que el sexo es una pulsión meramente animal e intrascendente, como rascarse, para después indignarnos de que uno de esos niños se haga policía y aplique sin mayores cuestionamientos lo que le han enseñado desde la escuela. Por otro lado las espiadas han reaccionado como si no les hubiera servido para nada todo lo aprendido en las clases de educación sexual de la escuela. La ingeniería social trata de retorcer constantemente la naturaleza y la naturaleza se venga. En todo caso, si el separatismo pide la cabeza del policía, Sánchez y Marlaska se la entregarán en bandeja de plata.
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Un comentario
Ya puestos que se investigue cómo fueron esas relaciones sexoafectivas, es decir porque vía se hicieron de las tres posibles y ya que estamos si fueron por la vía oral saber si hubo un final en donde estoy pensando pero no me atrevo a decir porque me auto*censuro en tan santo y prestigioso foro