Pedro Sánchez está muy seguro de poder terminar la legislatura y de contentar a su base sociológica. Lo primero cediendo en todo ante quienes tienen los votos que le pueden mantener en la Moncloa, aunque sean prófugos de la justicia. A los fuera de la ley se les amnistía o se les mete dentro de la ley cambiando la ley y punto. Y además si la ley dice blanco o negro lo deciden los jueces que nombramos nosotros. Todo bajo control entonces por ese flanco. ¿Pero qué pasa con los nuestros? ¿Cómo les contentamos? ¿Cómo justificamos la amnistía y las concesiones incesantes al mundo nacionalista?
X
El PSOE tiene dos vías para justificar sus acciones, ya sean estas amnistiar a los Pujol, blindar a Puigdemont, dejar que los presos de ETA se vayan a sus casas o convocar una especie de consulta en Cataluña. Son por otro lado las dos mismas vías para compensar ante el electorado sus casos y tramas de corrupción. La más obvia y usada hasta ahora es el recurrente “que viene la extrema derecha”. Mejor la amnistía que un gobierno del PP y VOX. Mejor la corrupción que un gobierno del PP y VOX. Si gobiernan el PP y VOX la vida será insoportable, imaginaos tener que vivir sin esas películas que nadie ve de Tosar o Casanova porque les quitarán la subvención.
X
Hay otra vía de justificar todo lo hecho ante su electorado es la de dedicar el resto de la legislatura a implementar un programa de extrema izquierda radical para justificar los pagos a los nacionalistas. Puede haber muchos votantes de izquierdas descontentos con las cesiones a los nacionalistas, que podrían entenderlas como justificadas si los pactos con los nacionalistas a cambio garantizan una política izquierdista radical. Muy radical. Tanto más radical cuanto más graves han sido las cesiones que hay que justificar.
Le pese a quien le pese, hay Gobierno para rato.#CuatroAñosMás pic.twitter.com/gLADmMsvCc
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) March 8, 2024
La primera dificultad para apostar por esta vía que no todos los nacionalistas cuyos votos necesita permanentemente el PSOE son izquierdistas radicales, como el PNV y Junts. No obstante, es bien conocida la trayectoria histórica del nacionalismo de derechas vasco y catalán, en el sentido de que entre el soberanismo y la economía, el soberanismo y la religión, o el soberanismo y cualquier otra cosa, siempre han apostado por el soberanismo traicionando todo lo demás. Por otro lado, ya hemos visto que el PSOE no tiene reparos en aplicar un “federalismo asimétrico” en virtud del cual el País Vasco y Cataluña pueden quedar al margen de todas las medias que se tomen para el conjunto de España pero no gusten al PNV y Junts, lo mismo se trate de política fiscal que de inmigración.
X
La segunda dificultad es la posibilidad de perder a una parte del propio electorado, por una apuesta demasiado acusada por la radicalidad. Sin embargo, a este respecto el gobierno puede pensar que a ningún votante de Podemos-Sumar, al que le gusta la vida en Cuba y Venezuela, le va a parecer demasiado radical nunca ninguna política de izquierdas. Por ese lado no se va a perder voto en el bloque sanchista por ser demasiado radical. ¿Pero puede perderse voto socialista por un exceso de radicalidad? El hecho es que el PSOE no aspira hace mucho a ganar con 176 diputados. El PSOE ya ha perdido al votante moderado. Al PSOE sólo le quedan 121 diputados, que es un resultado históricamente penoso para el PSOE, pero los votantes que posibilitan esos 121 diputados no son moderados. No van a perderse si no se han perdido ya por no ser moderados. Por otra parte el PSOE no puede crecer más que por la izquierda y por la no moderación, porque sólo puede estirarse hasta los 176 diputados pactando con formaciones como ERC, BNG o Bildu. El problema del PSOE no es cuántos votos puede perder por radicalizarse todavía más, sino cuántos votos perdería si en algún momento decidiera moderarse.
X
Por consiguiente no es descartable que una vez concertadas las cesiones fundamentales al nacionalismo, cuyo último episodio es la amnistía total, Sánchez abra una etapa de políticas izquierdistas radicales, precisamente para justificar ante sus bases todas las cesiones anteriores. La conclusión podría ser que la presidencia de Sánchez es catastrófica, pero esto todavía puede empeorar.
X
Existe sin embargo una variable en contra del sanchismo que el sanchismo no puede controlar y que en último término puede determinar su fracaso electoral de una forma inevitable. Esa variable es la realidad. La cruda realidad, como un día descubrió Zapatero. El suelo existe y para volar un avión necesita motores, combustible, velocidad y una persona a los mandos que sepa pilotar. Incluso lanzando el avión en picado contra el suelo pasa un tiempo antes del impacto y a veces subestimamos la altura a la que vuela un país como España y que no somos un país que se estrella en un momento, pero al final lo irrevocable es el suelo. El que no se va a apartar es el suelo. El sanchismo tendrá un final aunque ese final sea el suelo. Si confiamos un poco en la mayoría de España, a lo mejor somos capaces de echar a Sánchez del poder antes de estrellarnos. Y si no volveremos a empezar de cero siendo mucho más pobres y un poco más sabios.
X