No tendrás nada, salvo deuda, y serás feliz

Quien controla la deuda controla el presente. Quien controla el presente controla el pasado. Quien controla el pasado controla el futuro.

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Cuando analizamos los resultados del pasado 23J, concretamente cuando analizamos la resistencia al desgaste del voto gubernamental, uno de los factores más desapercibidos es el del apoyo internacional. Evidentemente en la capacidad de aguante de la izquierda en el poder frente a todo tipo de desgastes juegan un papel decisivo la educación, la cultura y los medios, todos ellos ámbitos ampliamente dominados por la izquierda en este momento, pero en buena medida también se puede decir que Pedro Sánchez se mantiene en el poder en España gracias a Ursula von der Leyen. Bueno, no exactamente por la propia von der Leyen, sino por lo que representa von der Leyen.

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Para entrar en la Unión Europea, España tuvo que cumplir las exigentes condiciones económico-financieras del Tratado de Maastricht. Hasta la crisis de 2008, el marco de la UE todavía podía ser considerado como una garantía de la ortodoxia financiera. Incluso en la actualidad, para entrar en la UE, o dentro de la UE para ingresar en la zona euro, se supone que hay que cumplir una serie de requisitos económicos que, irónicamente, ya casi ningún país de la UE o de la zona euro cumple. Por ejemplo, para entrar en la zona euro un país no puede exceder en más de 1,5 puntos porcentuales la tasa de inflación de los tres estados miembros con menor inflación. Un país tampoco puede ingresar en la zona euro si se encuentra sujeto al procedimiento de déficit excesivo, el cual se prevé para los países con un déficit público del 3% del PIB o que han violado la regla de la deuda, al ostentar un nivel de deuda pública superior al 60% del PIB. La deuda pública española, sin embargo, duplica prácticamente ese porcentaje, com la de muchos otros países de la UE. En cuanto al déficit público, el de España no ha sido inferior al 3% más que en dos ocasiones en los últimos 15 años. Todos los demás años el déficit no es que haya sido superior a ese límite, sino brutalmente superior, tanto en tiempos de crecimiento como de crisis. España no es por otro lado un caso particular, la ortodoxia financiera de la UE es hace tiempo un vestigio del pasado.

No tan pasado. Como decíamos  hasta la crisis de 2008 aún la UE imponía una cierta ortodoxia financiera, Grecia o Portugal tuvieron que afrontar sendos rescates financieros y los hombres de negro eran una espada de Damocles sobre los gobernantes manirrotos. En virtud de aquella disciplina financiera Zapatero tuvo que anunciar los mayores recortes públicos de la historia, después continuados con Rajoy, hasta lograr meter otra vez el gasto público en vereda. Sin embargo, como se aprecia en la gráfica, la posterior disciplina impuesta por la UE no fue muy severa. Desde 2008 hasta 2018 todos los años el déficit público superó el 3%. En 2009 fue del 11%, en 2010 del 9,3%, en 2011 del 9,4%… Con la llegada de Rajoy el déficit bajó hasta el 6,4% pero para cuando en 2018 el déficit llegó al 2,5% ya teníamos encima la siguiente crisis y otra vez nuevos y monstruosos datos de déficit. En las cuentas públicas de España no se ha visto un superávit desde el año 2007.

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El paradigma económico ha cambiado tanto en la UE que en España, por ejemplo, seguimos teniendo un déficit público que en principio debería dar lugar a un procedimiento de déficit excesivo al mismo tiempo que batimos todos los récord de recaudación. Los hombres de negro ya no llegan a los países incumplidores con tijeras de podar, sino con cheques sin fondo Next Generation para que los gobiernos cigarra puedan gastar y gastar.

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Naturalmente esta nueva política comunitaria de heterodoxia financiera y complacencia con el déficit y la deuda tiene un efecto sobre la inflación. Los gobiernos manirrotos apuntan, para autoexculparse, a la guerra de Ucrania o a los empresarios, pero lo cierto es que la inflación sube sobre todo no porque las cosas cuesten más, sino porque el dinero vale menos. Y el dinero vale menos porque se «imprime» más. Realmente en estos tiempos los bancos centrales no imprimen billetes físicos para hacer sus operaciones, pero les compran a los estados deuda pública infinita con un click, lo que viene a ser lo mismo. El Banco Central Europeo es una impresora digital que cambia a los malos gobiernos deuda infinita por dinero de nueva creación. Y eso devalúa el valor del dinero y dispara la inflación.

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Además de un efecto inflacionista, esta política de hacer llover dinero del cielo sobre los gobiernos tiene un efecto electoral. Qué duda cabe que los resultados del 23J hubieran sido muy distintos si Pedro Sánchez se hubiera tenido que presentar a las elecciones tras 3 años de recortes en vez de tras 3 años gastando 400.000 euros de dinero prestado, pese a estar fulminando todos los topes teóricos de déficit y de deuda.

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Toda la exposición anterior intenta evidenciar que hemos asistido en los últimos años a un cambio de paradigma. La ortodoxia financiera actual es la antigua heterodoxia. La disciplina financiera actual ordena e impone de hecho el déficit y el endeudamiento. A un gobierno que como Pedro Sánchez gasta mucho más de lo que ingresa se le premia y se le permite mantener artificialmente la popularidad. Pedro Sánchez es de hecho el tipo de político que bendice e incentiva la nueva ortodoxia. Una nueva ortodoxia en la que el déficit y la deuda son deseables y buenos, tanto que ya casi deben ser obligatorios. ¿Pero por qué ahora de repente es buena la deuda?

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La respuesta quizá más preocupante es que la deuda es un grillete. Las políticas nacionales están desapareciendo ante nuestros ojos. Existe ya prácticamente un gobierno global de unas élites mundialistas que simplemente se limitan a dictar su agenda programática a los gobiernos nacionales. ¿Y cómo consiguen esto? Pues controlando los organismos transnacionales de los que depende la financiación de la deuda.

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El déficit y la deuda son regalos envenenados. Antes el prestamista imponía una ortodoxia a cambio del préstamo porque esperaba que se le pagara el préstamo. Ahora el prestamista proporciona dinero sin condiciones porque no espera tanto la devolución como generar una situación de sumisión y dependencia. La situación es tan surrealista que el que presta el dinero, en vez de imponerte el orden financiero para que se lo puedas devolver, te insulta llamándote austericida si no mantienes tu descontrol. Una confirmación más de la profunda transformación a la que estamos asistiendo y de que el prestamista ya no espera la devolución sino la sumisión. Cuando tu popularidad electoral depende del que te presta el dinero y financia el desbarajuste de tus cuentas, ya no puedes más que seguir sus directrices. Esta es la nueva lógica del sistema. Esta es la nueva lógica de Davos y de la Agenda 2030. Esta es la forma en que los gobiernos nacionales van a abrazar sin discusión todos los dogmas de las élites mundialistas.

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España tiene una población de 47,4 millones de personas y una deuda pública (creciente) de 1,5 billones de euros. Sobre cada español pesa por tanto una deuda de 32.000 euros para pagar los gastos del gobierno, hablamos de 128.000 euros en el caso de un matrimonio con dos hijos. La sumisión está garantizada en el momento es que alguien puede exigirte el cobro de esa cantidad o dejar de proporcionarte el dinero prestado que necesitas para devolver el dinero previamente prestado. Anunciarte que no tendrás nada y serás feliz es edulcorar la realidad. O sea, la realidad es mucho peor que no tener nada pero tampoco deber nada. La realidad es que vivirás endeudado y serás… feliz. No tendrás nada salvo deudas y las deudas garantizarán tu sumisión. Y tu sumisión ecosostenible no garantizará tu felicidad sino sólo tu obligada sonrisa vegana ante el poder.

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2 respuestas

  1. Prepárense para lo peor. No, lo malo no, lo peor. Y si tienen trabajadores contratados, despidan primero a podemitas, etarras y sociatas, para que empiecen a disfrutar ellos los primeros de esa agenda 2030 que han traído sin haberla votado.

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