La violencia de género que invisibiliza la izquierda

Hoy se publica una carta al director llamativa en el Diario de Navarra. Significativamente, el título de la carta es “Raúl Sierra es la víctima”. Raúl Sierra es el hombre que hace menos de un mes fue asesinado a puñaladas en el portal de su casa por su expareja, una mujer cubana con la que tenía una hija en común. La carta pone sobre la mesa una serie de cuestiones que nos deberían hacer reflexionar sobre el discurso que se nos está imponiendo sobre la llamada violencia machista desde el poder.

La carta, escrita por la hermana del asesinado, reconoce que sobre este existía una orden de alejamiento, pero señalando que “tan cierto como que esa orden la aceptaste porque iba a ser la única forma de ver a tu hija. Tan cierto como que tú jamás le pusiste la mano encima a nadie. Jamás”.

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¿Y a cuento de qué esta carta y esta aclaración? Pues porque “hemos tenido que leer en muchos medios de comunicación y redes sociales todo tipo de barbaridades. Que eras un maltratador, que lo merecías, que algo habrías hecho..”.

Efectivamente, en las redes sociales e incluso algunos medios se prejuzgó y presentó el caso como un supuesto de defensa propia (ahora dicen “autodefensa”) por parte de la mujer. Por lo demás, el caso pasó sin especial trascendencia porque el asesinado era un hombre y no al revés. No hubo declaraciones del gobierno, ni minutos de silencio de las autoridades frente a los fotógrafos, ni resonancia político-institucional.

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El problema con este tipo de crímenes es que revientan las costuras del discurso dominante sobre la violencia de género. Si lo que explica los asesinatos de mujeres por parte de hombres es el machismo, hay que silenciar los casos en que un hombre es asesinado por una mujer. O sea, si una mujer puede matar a un hombre, y por tanto la causa no es el machismo, se abre la puerta a que también un hombre pueda matar a una mujer por una causa que no sea machista, la misma que por ejemplo lleva a una mujer a matar a un hombre. Si un negro puede pegar a un blanco sin que el motivo sea el racismo, entonces también un blanco puede pegar a un negro por un motivo que no sea el racismo. El machismo, igual que el racismo, no lo explica todo. De hecho puede que no explique casi nada. Por eso hay que tapar los casos que cuestionan el discurso. Naturalmente eso no quiere decir que esté bien matar mujeres, sino que el machismo como explicación omnicomprensiva no funciona. Por eso una mujer puede matar a un hombre, un hombre a otro hombre, una mujer a otra mujer, o un hombre a una mujer sin que la explicación sea necesariamente un supuesto machismo estructural. A nadie se le ocurriría decir que el 100% de la violencia de los blancos contra los negros sólo se puede explicar por el racismo estructural, y que la violencia de los negros contra los blancos, los blancos contra los blancos o los negros contra los negros es un misterio incomprensible, o que un blanco no puede agredir a un negro por el mismo motivo por el que un blanco agrede a otro blanco o un negro agrede a otro negro.

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La negativa radical a revisar el discurso feminista y el uso del comodín del machismo para explicar toda la violencia, lleva a tapar otras violencias como este caso en que el hombre es la víctima. O peor aún que taparlo, lleva a victimizar a la asesina y culpabilizar a la víctima para poder seguir sosteniendo sin fisuras la teoría de la violencia machista. Claro que hay más mujeres asesinadas por hombres que a la inversa, pero también hay más hombres asesinados por hombres y más atracos llevados a cabo por hombres que por mujeres, sin que por ello quepa hablar de atracos machistas. A lo mejor la biología explica mejor que la ideología esta brecha en el uso de la violencia.

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Es terrible que el título de la carta al director de la hermana de un hombre asesinado tenga que ser “Raúl Sierra es la víctima”, porque se está culpabilizando de su asesinato al propio asesinado. Terrible también si es cierto que un hombre tenga que aceptar como un mal menor una condena y su estigma para poder seguir viendo a sus hijos. Y significativo también por fin que la autora de la carta sea una mujer, hermana del hombre asesinado. En tanto que madres, hijas, parejas o hermanas las mujeres también sufren la injusta criminalización del género masculino.

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