La preocupación respecto a lo que va a suceder con Landaben se encuentra totalmente justificada. Pero no por la transición al coche eléctrico y la cantidad de puestos de trabajo que se puedan perder en ese proceso porque hacen falta menos operarios para fabricar un coche eléctrico que uno de combustión. No por ello, aunque también.
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Ni tampoco porque la producción haya que redistribuirla entre Cataluña y Navarra y el gobierno central tenga una dependencia de los partidos nacionalistas catalanes que va a determinar un reparto desventajoso para Navarra. También está justificado preocuparse por esto, pero no es por esto por lo que Landaben se va a ir a más largo plazo probablemente a la ruina.
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Ni tampoco porque uno de los elementos clave de la construcción de los coches eléctricos sea la fabricación de las baterías. También nos va a perjudicar esto y es un negocio que pasará de Navarra de largo, pero no es este problema, aunque sea un problema, el problema fundamental.
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Lo fundamental, lo realmente grave, el asunto de fondo, lo que no nos dicen abiertamente con sinceridad, es que la agenda global diseñada por los poderes dominantes ya ha decretado la desaparición del coche particular.
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Atención, no la desaparición del coche de combustión, sino del coche particular. Habrá coches eléctricos, pero no coches particulares, o por lo menos una fracción de los coches particulares que existen en la actualidad.
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Esto no es una mera sospecha de Navarra Confidencial, aunque sea sospechable a la luz de todas las normas y restricciones que se le están imponiendo al sector del automóvil, su expulsión de las ciudades o su fiscalidad.
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La desaparición del coche particular forma parte explícitamente de los responsables de la Agenda 2030 y de los objetivos marcados por el Foro de Davos. No es algo sobre lo que se hable demasiado, pero tampoco es algo secreto. Lo podemos encontrar sin mayores problemas explicado en su propia web:
Goodbye car ownership, hello clean air: welcome to the future of transport https://t.co/ReROAqCIiB pic.twitter.com/QFU5RyEWHr
— World Economic Forum (@wef) March 19, 2017
Si alguien piensa que esto no tiene demasiada importancia, que empiece a fijarse en todos los políticos a los que puede verse con un pin de la Agenda 2030 en la solapa de la chaqueta. El Foro de Davos (o quien haya detrás) diseña la Agenda y los políticos la ejecutan ciegamente sin más.
“Imagine instead a world where fleets of autonomous vehicles that are electric and shared (FAVES) slash the number of vehicles on the road by as much as 90%”
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En realidad no resulta demasiado discutible que ya se ha decretado desde las altas instancias internacionales que dominan el mundo la desaparición del coche particular. La pregunta es si alguien cree que eso no va a tener una repercusión salvaje sobre el sector del automóvil y obviamente sobre Landaben.
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En el corto plazo tenemos delante una batalla entre Navarra y Cataluña por el futuro inmediato del coche eléctrico, una batalla que Navarra con toda probabilidad perderá porque son los diputados catalanes y no los navarros los que sostienen el gobierno central, y porque además no se puede esperar que un gobierno foral socialista estorbe los planes de un gobierno central socialista para garantizarse el poder. El problema es que, siendo ya esto bastante malo, nos estamos centrando exclusivamente en ello y perdiendo la perspectiva general. Martorell le puede ganar la partida a Landaben, pero poniendo la vista un poco más allá se encuentra tocado de muerte todo el sector.
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Si el coche particular, da igual que eléctrico o de combustión, se encuentra condenado a morir, pasa a ser un problema que no se puede solucionar. Los políticos locales no pueden ofrecer una solución, por lo que su única opción política es mentir, decir que hay que tener confianza en ellos y asegurar que todo se arreglará. Evidentemente en algún momento se descubrirá la mentira, pero el objetivo es tratar de retrasar lo más posible ese momento y no tener que lidiar ahora con la verdad. Que sea ya en la siguiente legislatura o la siguiente cuando se descubra el pastel y que nos quiten lo bailado, o que le toque a otro partido en el poder confrontar la verdad. No hay nada que ganar políticamente adelantando la revelación de la verdad, aunque las señales estén ahí para el que quiera mirar.
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En la imagen que ilustra este escrito se puede ver perfectamente a María Chivite portar un pin del escudo de Navarra y otro de la Agenda 2030. En algún momento a uno de los dos lo va a tener que traicionar.
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Un comentario
Pues el ínclito Esparza ya se ha quitado el pin de Navarra para ponerse el de la Agenda 2030. Así que ¡¡cuerpo a tierra, que vienen los nuestros!!.