Navarra es una vez más epicentro de la actualidad por el registro que efectuó ayer la UCO en la sede de Servinabar, la empresita que se publicitaba en el pantalón de Koldo García cuando cortaba troncos y que acabó llevándose, junto a Acciona, la multimillonaria adjudicación de los túneles de Velate, en un proceso irregular. A estas alturas, sabiendo hace meses que está en el ojo del huracán, raro sería que pudiera encontrarse algo comprometedor en la sede de la empresa, pero la Justicia lógicamente debe mirar. Aunque los troncos hayan volado, el rastro del olor a chamusquina hay que investigarlo y parece llevar, de entrada, hasta la sede de Servinabar en la calle San Nicolás.
Curioso por lo demás el humor del fotógrafo del Diario de Navarra, que ilustra el registro con una foto tomada desde el bar de enfrente cuyo nombre, visible en el toldo, viene al pelo a la situación: El Tinglado. El tinglado con minúscula parece ser lo que hay enfrente de El Tinglado. Seis horas estuvo registrando la UCO con el teniente coronel Balas, el que quería matar la fontanera de Ferraz, dirigiendo en persona la operación.
El registro de Servinabar formaría parte por otro lado de la investigación general que el juez instructor Leopoldo Puente, otro juez más contra el que tendrá que cargar el sanchismo, instruye respecto al caso Koldo-Abalos en el Tribunal Supremo. De este modo, el registro de Servinabar coincidió ayer con el de otras sedes de empresas constructoras o el de la casa de Abalos.
Según explica el auto del juez Puente, el 5 de junio recibió un informe de la UCO en el que, al parecer partiendo de diversas grabaciones halladas en el móvil de Koldo García, se apunta que Ábalos «pudiera haber participado, puesto de acuerdo con terceros y desde su condición de titular del Ministerio de Transportes, en la adjudicación de determinadas obras en favor de concretas empresas a cambio de un precio o compensación económica». Pese a la insistencia con la que se habla de un informe de la UCO sobre Santos Cerdán, parece que la UCO, a petición del juez, ha llevado a cabo más bien una investigación general sobre todo el caso Koldo-Abalos en la que queda por ver cuando se haga pública el papel que puede haber o no haber jugado Cerdán.
¿Qué falta todavía en toda esta historia? Como el los casos de Urralburu u Otano, o el de Bárcenas, el momento decisivo de la investigación sería aquel en que apareciera el dinero. Encontrar el dinero en un caso de corrupción es algo así como encontrar el cadáver en un caso de asesinato. Las milongas se acaban en el momento en que al investigado se le encuentra la cuenta en que aparece el dinero de las mordidas. En ese momento encajan las piezas y se termina de trazar el recorrido de todo lo que antes sólo eran indicios y sospechas. Todavía no estamos en ese momento, pero no hay sospechosas adjudicaciones ilegales sin comisiones y mordidas de por medio. La tensión ahora es la que corresponde entre la habilidad de los sospechosos para ocultar el rastro del dinero y la habilidad de la policía para encontrarlo.
