El aval del sanchismo a la violencia neoetarra nos pone en peligro a todos. Por lo menos a todos los que no somos fascistas. En peligro físico. Estamos preocupados, pero mucho menos de lo que la gravedad del asunto merece. La realidad del país es que antifascistas somos el 99%, no sólo Irene Montero y la ETA. Entregar el monopolio del antifascismo a ETA e Irene Montero es ridículo. Esa lógica nos lleva a que todos acabemos siendo considerados fascistas menos Irene Montero y la ETA. De hecho, no hace tanto que las sedes del PSOE eran atacadas bajo la legitimación de que el PSOE era un partido fascista. Y hace sólo un poco más de eso había socialistas asesinados de un tiro en la nuca tras ser marcados como fascistas por pistoleros a los que ahora hacen ongi etorris los neoetarras del Campus. ¿No se acuerdan los socialistas? Sabemos que el problema es otro y que sí se acuerda.

Respecto a Vito Quiles, la cuestión es tan sencilla como que o lo que va diciendo por las universidades con su altavoz es legal, o no.
Si es ilegal, que lo denuncie quien así lo considere.
Si es legal, que lo respete.
Lo que por el contrario plantea el sanchismo es que a personas que dicen cosas dentro de la ley y amparadas por el derecho a la libertad de expresión se les pueda romper la cabeza. Esto es gravísimo, ¿hace falta explicarlo?

Naturalmente esto no es un asunto que se circunscriba a Vito Quiles. Esto es de aplicación a todo el mundo. Si aceptamos el principio de que hay cosas que no se pueden decir porque el gobierno te aplica el Código Penal, y que por el resto de cosas que sí es legal decirlas te pueden romper la cabeza con la bendición del gobierno, se ha acabado la libertad de expresión en España para todo el mundo. No para Vito Quiles, para todo el mundo. No nos estamos preocupando quizá lo suficiente por el apoyo expreso a los neoetarras de Pamplona por parte de todo el sanchismo.
La peruana Laura Arroya felicita a los antifas por su paliza a un periodista de El Español y anima a la violencia: “en Navarra nos han dado una excelente lección de antifascismo, yo creo que está muy bien que el antifascismo sea acción y no discurso, es un ejemplo de cómo se para… pic.twitter.com/L780AKsy2b
— Sr.Liberal (@SrLiberal) November 1, 2025
Antifascistas somos todos
La sociedad española es abrumadoramente antifascista. La derecha española es abrumadoramente antifascista. Ojalá hubiera en la izquierda el mismo rechazo al comunismo que en la derecha al fascismo. Irene Montero sólo representa por tanto un insignificante porcentaje del antifascismo. Ubiquemos bien además ese pequeño porcentaje en el mapa ideológico. Se puede ser antifascista y totalitario, como la ETA, otro pequeño subconjunto del antifascismo, porque el fascismo es sólo una de las posibilidades del totalitarismo. Irene montero es una antifascista totalitaria. Por un lado, porque lo que ofrece como alternativa al fascismo es otro modelo dictatorial y violento, no la libertad. Por otra parte, porque Irene montero no sólo esta en contra del fascismo, sino de cualquier forma de pensar que no coincida con la suya. Irene montero no llama fascismo sólo al fascismo sino a todo aquello que no coincide con su discurso. Por consiguiente, lo que pretende es legitimar toda agresión contra el que piensa diferente etiquetándolo de fascista. Esto ya lo hemos visto con ETA. ETA llamaba fascistas a todos los que mataba para legitimar sus atentados, incluidos los socialistas. El PSOE celebra ahora la violencia que se ejerce contra los marcados como fascistas por la extrema izquierda y el nacionalismo vasco, olvidando lo poco que hace que el propio PSOE era etiquetado también como fascista por esos mismos que ahora secunda.
Han hecho más y mejor los antifascistas en Navarra por pararle los pies al odiador Vito Quiles que todo el PSOE, especialmente la presidenta del Congreso, y los que le ríen las gracias. El fascismo no es una broma y hay que detenerlo en todas partes antes de que sea tarde.
— Ione Belarra (@ionebelarra) October 31, 2025
ETA es por cierto otro claro ejemplo de cómo ser antifascista puede no significar defender la libertad sino un modelo totalitario alternativo. Otro ejemplo podría ser el comunismo. Stalin era comunista, pero tan genocida y enemigo de la libertad como el propio Hitler. Ser antifascista no es una homologación de defensor de la libertad. ETA o Stalin eran antifascistas pero no defendían la libertad. Es lo mismo que ser anticomunista no es una homologación de ser un defensor de la libertad. Todo defensor de la libertad está contra el fascismo y el comunismo, pero no todo enemigo del fascismo o del comunismo está a favor de la libertad. No puede pretenderse que Stalin era un defensor de la libertad por oponerse a Hitler. Esto sería lo mismo que decir que Hitler era un defensor de la libertad por oponerse a Stalin. Irene Montero es la clase de totalitaria de la que no se puede decir que defienda la libertad por ser antifascista, porque lo que defiende no es la libertad sino una dictadura alternativa a la fascista.
Estos jóvenes nos han demostrado que la única forma de frenar al fascismo es con organización y movilización, y que hay que ser más, y más fuertes, que la alianza entre fascistas y policía.
— Manu Pineda🔻 (@ManuPineda) October 30, 2025
Gracias, compañeras y compañeros.
Antifascistas, siempre.#NoPasarán #Pamplona #Navarra… pic.twitter.com/asQF3Rtl0J
Obviamente si eres un defensor de la libertad la defiendes lo mismo en España que en Venezuela, o lo mismo en España que en Cuba. Si no defiendes la libertad en Cuba y en Venezuela, PODEMOS estar seguros de que tampoco la vas a defender en España. Es más, si lo que defiendes en Cuba y en Venezuela es la dictadura, vas a defender la dictadura en España. La vas a defender aunque la gente, además de carecer de libertad, también en lo material carezca de lo básico y viva en la miseria. Porque para ti es más importante tu programa político, que funciona como una especie de religión, que la gente. No estás dispuesto a aceptar que tu programa político es un fracaso, aunque la gente sea miserable, porque eres una persona fanática. El mismo sectarismo que te impide ver el fracaso de tu modelo es el que te empuja al odio y la eliminación del que piensa distinto. Irene montero o Ione Belarra son unas fanáticas y unas totalitarias. Son gente peligrosa. Cuando esta gente se acerca al poder, la libertad y la vida del resto empieza a ponerse en riesgo.
Hay que agradecerle al movimiento antifascista que se esté ocupando de la principal tarea ciudadana de nuestro tiempo que es hacer que las universidades y las calles sean espacios libres de fascismo.
— Podemos (@PODEMOS) October 31, 2025
📽️ @IreneMontero pic.twitter.com/7iD1JrHCEm
En todo lo sucedido Vito Quiles es un personaje insignificante. Hay tres operaciones políticas en curso de fondo. La primera operación ha tenido dos fases. La primera fase ha consistido en empezar a llamar fascista a media España para ahora, en la segunda fase, empezar a legitimar la violencia contra esa media España no sanchista. Ya no hace falta el Egin, ahora es RTVE la que decide quién es fascista y legitima la violencia contra los señalados como fascistas. La segunda fase es crear un cordón sanitario en torno al 20% de los votantes españoles para que la derecha no pueda gobernar nunca en solitario. Si el PP acepta la autolimitación de no pactar con VOX, la izquierda gobernará siempre de un modo u otro. Es por esto que la izquierda se inventa una amenaza fascista, no porque de verdad haya un 20% de hitlerianos en España. La tercera operación, que en realidad es un despliegue de la primera, consiste en preparar el terreno para desatar una oleada de violencia en las calles en cuanto haya un cambio de gobierno. O gobierna la izquierda o arden las calles. Para que no haya violencia vota a la izquierda. En un momento dado tampoco se puede excluir que Pedro Sánchez intente la ilegalización de VOX para tratar de dar un vuelvo a las proyecciones electorales. Irónicamente, tras su apoyo expreso a la violencia neoetarra a careta quitada todos estos días pasados, quienes objetivamente debieran temer más un proceso de ilegalización debieran ser los partidos sanchistas.
Si algo no se puede decir de la deriva de radicalización del PSOE es que esto no podía saberse. Hay desde el día 1 de Pedro Sánchez dos elementos que hacen inevitable la polarización y la deriva autoritaria que ahora apreciamos. El primero es que para justificar que estás gobernando con la ETA tienes que convertir a tu alternativa en por lo menos algo igual de malo que la ETA. Todo lo que estaba al otro lado del muro sanchista, por tanto, era inevitable que fuera calificado como fascismo. El segundo es que no puedes formar gobierno apoyándote en formaciones nostálgicas de la URSS, o que apoyan las dictaduras de Cuba y Venezuela, pensando que dependiendo de esta gente no va a producirse un retroceso de las libertades y una polarización de la convivencia. En este sentido podríamos decir que el sanchismo se ha convertido en un cáncer para la convivencia. Pero tampoco podemos decirlo porque usar la palabra cáncer fuera del contexto médico también lo han prohibido.
Un comentario
Hoy cobra más sentido que nunca el ensayo de Pier Paolo Pasolini: «El fascismo de los antifascistas».