Los muros nunca son una buena noticia. Alguien que levanta un muro es alguien que tiene problemas. Cuando Roma estaba en su esplendor no tenía murallas, no las necesitaba. El que levanta un muro es además alguien que renuncia a seguir avanzando, alguien que ya sólo aspira a mantener la posición. Nunca por otro lado un muro ha conseguido detener indefinidamente el avance contra el que se levantó. Y después están los muros levantados no para que no entren los de fuera, sino para que no se escapen los de dentro, como el Muro de Berlín. Al paraíso socialista no había que ponerle un muro para evitar las avalanchas de gente entrando de fuera, sino para evitar las avalanchas de gente huyendo del «paraíso». Igual es que no era tan paraíso, pero hay más tipos de muros todavía.
La Trans que ganó como mujer una carrera en Cataluña "En mi día a día me siento hombre, en la montaña mujer".
¿En qué momento hemos normalizado esto? pic.twitter.com/cGM9N1WYkx
— David Santos (@davidsantosvlog) January 31, 2024
Tenemos también el Muro de Berlín empresarial, como el que quieren levantar la izquierda y el nacionalismo en Cataluña. Primero conviertes un territorio en un infierno empresarial, al que las empresas no sólo no quieren ir sino que se marchan de allí, y entonces a la vista de los resultados le pones un muro para que no huyan. En vez de acabar con una mala idea que da malos resultados la amurallas, menuda genialidad. Y finalmente tenemos el muro del sanchismo, que el PSOE quiere poner alrededor de todos los españoles que están fuera del sanchismo. Este es un muro muy peculiar porque, ¿cómo puedes llamar a meter dentro de una alambrada o un campo de concrentración a toda la gente que se opone a tu gobierno? ¿Democracia? Si haces esto, ¿cuánto te falta ya para meter en la cárcel a la oposición? De hecho, si empiezas a sacar de la cárcel a la gente a cambio de su apoyo, empezar a meter en la cárcel a la gente que no te apoya parece el siguiente paso lógico. Pero entre tantos y tantos muros, todavía tenemos otro que es en realidad del que hoy queremos hablar: el muro de la felicidad.
La ideología LGTBI inició su andadura pública bajo el argumento del respeto a unas minorías; luego pasó a reivindicarse como un derecho, hasta el punto de forzar la redefinición del matrimonio o de la misma antropología. Y finalmente, se infiltra en la educación de los más… pic.twitter.com/hTsdaZSWM6
— Jose Ignacio Munilla (@ObispoMunilla) February 1, 2024
Cuando levantas un muro, es importante estar seguro de que las ideas correctas son las que rigen a tu lado del muro, o el muro se puede volver muy en contra de los habitantes de tu lado del muro. Por todo lo que estamos viendo, el muro que está levantando el sanchismo al final no va a separar la izquierda de la derecha, sino a la gente feliz de la gente desquiciada. Obviamente a los dos lados del muro habrá problemas porque los problemas son consustanciales a los seres humanos y su imperfección, pero aunque siempre habrá problemas a cualquier lado del muro da la impresión de que la distribución de los problemas a uno y otro lado del muro va ser en el futuro extraordinariamente desigual.
"Si creéis que los chicos tienen un problema con ver porno, vais a flipar cuando descubráis el problema que tienen vuestras hijas con ser porno."
[Yo ya lo he avisado.]https://t.co/Tqo5TIckXV
— Alberto Olmos (@alb_olmos) February 13, 2024
Cuando hablamos de derechas e izquierdas, puede parecer que hablamos sólo de economía, y de que las decisiones que se toman a uno y otro lado afectan sólo a los resultados económicos, pero lo cierto es que hablar de derechas e izquierdas no deja de ser una forma de hablar un tanto simplista y reductiva. El hecho sin embargo es que en la práctica hablamos de derechas e izquierdas para entendernos y para distinguir todo un paquete ideológico que no tendría que ser así, pero que de hecho suele estar siempre unido. De este modo, si alguien se define como izquierdista ya puede saberse todo lo que piensa sobre la economía, la religión, el aborto, la ideología de género, el matrimonio, la familia, la educación y casi cualquier otra cosa sobre la que pueda tener opinión. Por alguna extraña razón de hecho parece difícil fraccionar ese pack. Hay que comprar la cesta entera. No puedes cuestionar un apartado sin cuestionar todo el pack. Si por tanto compras el pack no sólo estás comprando tal o cual postura concreta sobre tal o cual asunto concreto, sino todo un modo de vida con un muro alrededor. Ay de ti si te equivocas con el pack porque toda tu vida irá mal.
https://twitter.com/Agenda2030_/status/1757423108107968589
El 62,5% de las mujeres rechaza la canción Zorra y opina que ni empodera ni defiende el feminismo https://t.co/brynb9gydk
— EL MUNDO (@elmundoes) February 13, 2024
Todo esto nos lleva a la venta desde la más tierna infancia de este pack ideológico irrenunciable y amurallado que puede hipotecar toda la vida futura del comprador, o en su caso de los padres del comprador. ¿Qué le estamos haciendo a las próximas generaciones de españoles? ¿Qué les estamos haciendo a los niños? ¿En qué clase de adultos los vamos a convertir?
Ya trabajamos en acciones judiciales contra el repugnante desfile de Torrevieja. El Ayuntamiento (PP) lleva AÑOS permitiendo auténticas barbaridades. Estas imágenes las ha protagonizado la misma comparsa en años anteriores ⬇️ pic.twitter.com/9z9Rl5iLDD
— Abogados Cristianosﻦ (@AbogadosCrist) February 13, 2024
Hay que temer que los españoles del futuro se dividirán en dos: aquellos a los que sus padres hayan conseguido poner a salvo de las locuras de la ideología de género, la autodeterminación de género y el adoctrinamiento woke en general, y aquellos condenados a un futuro de desconcierto, traúmas, citas con el psicólogo, infelicidad y confusión. ¿A qué lado del muro quieres que vivan tus hijos? ¿A qué lado del muro quieres vivir tú?
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Un comentario
Toda esta variedad de perturbaciones y desvarios empaquetados en la ideología «woke» podría definirse, rememorando a Josep Pla, como
auténtica «pornografía humanitaria».