El euskera no llegó a Alava hasta el siglo VI, mucho después del latín

Hace unos días podía leerse en el diario El Correo un artículo sobre una tesis rompedora de las raíces del euskera en el País Vasco. Partiendo de los más recientes hallazgos arqueológicos, el lingüista de la UPV Mikel Martínez Areta, sostiene que el euskera (el idioma milenario de los vascos) llegó a Alava tan tarde como en el siglo VI: “El euskera, o mejor dicho un antecesor de él, llegó a la Llanada procedente de Pamplona y desde Álava se expandió a Bizkaia y cuenca del Deba”, así lo exponía este filólogo en el curso de verano de la UPV titulado ‘Vasconia en la antigüedad tardía (406-711), lengua, cultura y sociedad’.

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Y antes de la llegada del vascuence a Alava y Vizcaya en el siglo VI, ¿qué había? Pues el latín. Y antes aún, el filólogo indica que los nombres de lugar (topónimos) y los de personas y dioses (onomástica) inscritos en diferentes soportes eran predominantemente célticos o indoeuropeos. Total: “No hay sustrato eusquérico”.

Con la llegada de Roma, sigue refiriendo el artículo, se impuso el latín y según Martínez Areta “sería en el siglo VI cuando el vasco antiguo saltó de la cuenca de Pamplona a la Llanada Alavesa”. Esta afirmación llega tras ser ampliada la aportación del filólogo de la Universidad de Deusto Joseba Abaitua y a la luz de recientes hallazgos arqueológicos como el de la basílica de Dulantzi.

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Parece evidente por lo demás, como suele suceder, que el vascuence se implantó a través Alava y Vizcaya por medio de la “expansión geográfica de gente guerrera con orgullo étnico y gran belicosidad que hablaba euskera. Estos contingentes son perfectos para la supervivencia del euskera, siguiendo un patrón común a otras lenguas de la época, como el lombardo o el bretón”. Lo que desde luego parece bastante inverosímil es que el euskera se expandiera por la CAV mediante referendos, consultas democráticas o campañas populares para matricularse en el modelo D. No era la old school way.

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Todo lo anterior, que por otro lado casa perfectamente con la tradicional denominación de “provincias vascongadas”, o vasconizadas (desde Navarra), pone de relieve una serie de cuestiones tan relevantes como incómodas, sobre todo para el discurso nacionalista.

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De una parte, quedaría desmontada la idea (por lo menos para la CAV) de una especie de pueblo puro nacido en la oscura noche de los tiempos, con unas fronteras y una lengua constantes durante miles de años. Por el contrario, para Alava y Vizcaya nos encontramos con unos pobladores de cultura celta, que después se mezcla con la latina, y que hasta el siglo VI son completamente ajenos a lo vasco y al euskera. Desde este punto de vista, podríamos decir que el euskera es para ellos la lengua del ocupante, frente a todo el relato que nos cuenta el nacionalismo.

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Por otra parte, como además resulta evidente, los habitantes de la CAV serían cualquier cosa menos un pueblo racial o culturalmente puro. No sólo es que sean una mezcla de muchas razas, pueblos y culturas que han pasado por allí, sino que lo vasco ni siquiera sería lo primigenio, ni lo más antiguo, ni lo peculiar de la CAV. El País Vasco es un mosaico de culturas, como casi todo lo demás.  Los ancestros en la CAV son los vascos siempre que te pares en unos ancestros y no retrocedas a los ancestros de los ancestros. El nacionalismo vasco, por tanto, no actúa como un catalizador para recuperar y conservar todas esas piezas, sino para focalizar todo en una silenciando y omitiendo todas las demás.

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Un comentario

  1. Leyendo a Caro Baroja y a Sánchez Albornoz, que se basan esencialmente en cuanto a los orígenes de los «Pueblos del Norte», a los escritos de Estrabón, Tolomeo, César y Plinio, los várdulos, caristios y autrigones, estaban unidos al resto de los celtas de la cornisa cantábrica (galaicos, astures y cántabros), no así los vascones. Los vascones eran los que hablaban lo que hoy llamamos euskera, más unidos al resto de los pueblos íberos. En el siglo V y VI los francos irrumpieron por el Pirineo navarro, empujando a parte de los vascones hacía la depresión vasca, extendiéndose así su habla entre várdulos, caristios y autrigones. No así, entre los berones, la actual Rioja, que eran celtas puros, y desde luego no eran euskaros como pretenden los nacionalistas vascos. Su habla vasca estuvo influida por su conquista por el Reino de Navarra. Como siempre los nacionalistas hacen su relato partiendo del presente y modificando el pasado.

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