El anuncio de los presos de ETA en el programa de San Fermín Chiquito cada año es más grande

Un año más se aproximan las fiestas de San Fermín Chiquito y un año más el programa de fiestas contiene un anuncio a favor de los presos de ETA. Ahora que ya están todos acercados al País Vasco y Navarra la petición de que se vayan todos a casa es por tanto inequívoca. De lo que se trata es de que sean excarcelados. De que queden impunes. Que matar a los que no pensaban como ellos no merezca  castigo.

La presencia de mensajes de apoyo a los presos de ETA es una constante a lo largo de los últimos años, en fiestas populares, en eventos deportivos, en conciertos, en manifestaciones, en actos callejeros expresos de apoyo a los presos, en carteles, en el paisaje de los colegios del modelo D, en las pancartas de las peñas, o en el programa de San Fermín Chiquito. Este año, como para indicar hacia dónde avanzan los tiempos, el anuncio es más grande si cabe, ocupando toda una página del programa.

Lo cierto es que vivimos rutinariamente hace mucho tiempo la presencia de actos de exaltación a ETA, que por otro lado hace también mucho tiempo que la justicia ha dejado de perseguir, sea por el saludable criterio de nuestros jueces bienamados, sea por la dependencia orgánica de la Fiscalía, sea porque también hace mucho los filoetarras han pasado de ser perseguidos por el gobierno a ser ellos los que sostienen al gobierno. Y claro, o te apoyas en ellos o los persigues, no puedes hacer las dos cosas a la vez.

El hecho es que ya se ha conseguido convertir a los presos de ETA en víctimas en vez de en verdugos, a los filoetarras en socios homologables, a los dirigentes de la banda en estrellas de los documentales, y a toda la propaganda proetarra en parte del paisaje. Todo esto ya ni siquiera paga un peaje electoral porque a la mayoría social le da igual. Tampoco es de extrañar, si a los poderes del estado también les da igual. El resultado es que la normalización del etarrismo es un hecho. Ahora bien, frente a esa normalización aún queda una disyuntiva: aceptarla o combatirla. Esta nueva normalidad anormal se puede desmantelar igual que se ha construido. Seguramente más rápido aún, dado su carácter forzado de normalidad. Por eso no es opcional mantener la actitud combativa. Puede que no hoy o mañana, pero esto al final caerá. Porque puede caer. Pero sobre todo porque es lo justo y lo decente que caiga, por tanto porque debe caer.

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