Parafraseando el extra Ecclesiam nulla salus (fuera de la Iglesia no hay salvación), cabe afirmar también que dentro del socialismo no hay salvación. Desde luego eso está bastante claro respecto al socialismo nacional, o respecto al nacional socialismo si queremos oscurecer todavía más la alusión, pero ahora queda claro que dentro del socialismo internacional tampoco hay salvación.
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Pedro Sánchez será el próximo presidente de la Internacional Socialista en sustitución de Yorgos Papandreu.
Será el primer español en presidir esta organización, que agrupa a 132 partidos políticos socialdemócratas, socialistas y laboristas de todo el mundo. pic.twitter.com/i1jo9lHfvh
— EFE Noticias (@EFEnoticias) October 25, 2022
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El nombramiento de Pedro Sánchez como presidente de la Internacional Socialista, en candidatura única (socialismo a tope), puede servir para arrojar luz sobre el hecho de que el problema no es el socialismo español, sino el socialismo global. Es decir, solemos pensar que el socialismo español es una rareza respecto al socialismo global, que los socialistas de otros países son gente que defiende ideas muy distintas de los socialistas de aquí, que el extremismo del socialismo español no tiene parangón, que la radicalidad del PSOE es una fase transitoria (que dura desde 1933), incluso que este PSOE es una rareza y que hay otro PSOE moderado que es el auténtico PSOE y con el que hay que reencontrarse.
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Pues bien, el nombramiento de Pedro Sánchez como presidente de la Internacional Socialista ha venido a reventar ese espejismo. Con este nombramiento el socialismo global viene a avalar las políticas de Pedro Sánchez y a declarar que las políticas de Pedro Sánchez son las del socialismo global. Que los pactos de Pedro Sánchez son los del socialismo global. Es más, que nadie representa como Pedro Sánchez al socialismo global. Bien es cierto que, aunque ahora el PSOE nos vaya a vender el nombramiento de Sánchez como una cumbre histórica, su antecesor como presidente de la Internacional Socialista es el expresidente griego Yorgos Papandreu. Tal vez uno entre un millón de españoles supiera ayer quién era desde 2006 el irrelevante presidente de la Internacional Socialista. O sea, no vayamos a exagerar tampoco el nombramiento de Sánchez como presidente de la Internacional Socialista.
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Por lo demás el transexualismo, la ideología de género, el animalismo, el veganismo, el aborto, la transición energética, la Agenda 2030, el feminismo radical… ¿acaso creemos que todas las ideas catastróficas que propugna la izquierda española (y parte de la derecha) son al menos ideas originales y propias? Pues ni siquiera eso.
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Todo el mundo recordará la insurrección que le montaron a Trump a cuenta del Black Lives Matter por la muerte de un negro a manos de la policía. La excusa fue aquella muerte pero después la izquierda prendió fuego a la mitad del país, hubo decenas de muertos y las revueltas duraron meses. El mensaje fue: o gobierna la izquierda o fuego. Y en las siguientes elecciones, ante esa tesitura, la gente que quería tranquilidad votó “libremente” a Biden. Eso sí que fue un golpe de estado y nos los chalados de las plumas que entraron al Capitolio. Una búsqueda en Google revela que desde que la izquierda está en la Casa Blanca ha habido decenas de negros abatidos por la policía, pero con la izquierda en el poder ya no se mueve una pestaña. La izquierda española no es peculiar, el extremismo izquierdista es global, Sánchez es el sucesor lógico de Zapatero y dentro del socialismo en general, nacional o global, no hay lugar a la salvación.
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