Hay quien sostiene que para hacer periodismo basta la hemeroteca. Puede que sea un exceso, pero desde luego no se puede hacer periodismo, ni política, ni casi nada prescindiendo de la hemeroteca, aunque el periodismo no sea sólo hemeroteca. El caso es que, ahora que el supuesto machismo que cuestiona la violencia de género ocupa un puesto destacado en la campaña electoral, no está de más tirar un poco de hemeroteca.
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En el año 2006, se publicó un manifiesto firmado por 200 personalidades femeninas como Manuela Carmena o Uxue Barcos, figuras políticas muy destacadas del momento y desde luego no superadas en ningún sentido por presencias actuales como las de Irene Montero o Ione Belarra. El caso es que aquel manifiesto, titulado “Un feminismo que también existe” discutía precisamente algunos de los aspectos de la Ley de Violencia de Género que había aprobado Zapatero, y que son en definitiva los mismos que ahora se ha convertido en tabú cuestionarlos.
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Ya entonces el manifiesto denunciaba la deriva autoritaria del feminismo dominante señalando que “el feminismo ha aparecido ante la opinión pública con una sola voz y con una única orientación, mientras que otras voces, como la nuestra, representativas igualmente del feminismo, apenas nos hemos podido o sabido hacer oír”. El tiempo ha demostrado que efectivamente en el seno del feminismo se ha impuesto un determinado discurso y que, si ya antes era difícil, ahora es imposible cualquier disidencia.
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Aquel manifiesto indicaba asimismo que “no podemos dejar de mencionar la preocupación que nos suscita el desarrollo de una excesiva tutela de las leyes sobre la vida de las mujeres, que puede redundar en una actitud proteccionista que vuelva a considerar a las mujeres como personas incapaces de ejercer su autonomía. Y nos parece también arriesgado que tome cuerpo la idea de que sólo con leyes se cambia la vida de las personas”.
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Lo más interesante, sin embargo, era la parte que hacía una referencia crítica a la llamada “violencia de género”, ahora ya incuestionable para ofrecer una explicación omnicomprensiva sobre la violencia en las relaciones de pareja: “El enfoque feminista con el que discrepamos defiende determinados aspectos de la ley integral contra la violencia de género que consideramos discutibles y de los que nos sentimos absolutamente ajenas. Entre ellos la idea del «impulso masculino de dominio» como único factor desencadenante de la violencia o como el aspecto determinante. Muchas mujeres feministas pensamos que éste no es el único desencadenante y que habría que revisar otros muchos aspectos que siguen haciendo posible la pervivencia de la violencia contra las mujeres, tales como la estructura familiar, entendida como núcleo de privacidad escasamente permeable, que amortigua o genera todo tipo de tensiones; el papel de la educación religiosa y sus mensajes de matrimonio-sacramento; el concepto del amor, presente en la sociedad y en las chicas jóvenes, por el que todo se sacrifica; las escasas habilidades y la falta de educación sentimental que ayuden a resolver los conflictos; el alcoholismo y las toxicomanías. Todas estas complejas cuestiones, tan importantes para una verdadera prevención del maltrato, quedan difuminadas si se insiste, como se hace en el enfoque de la ley, en el factor «género» como única y exclusiva causa.”
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La custodia compartida era otra reivindicación clara de aquel manifiesto, respecto a la que se decía que “Parece una conclusión aventurada afirmar, partiendo de la mayor relación de las madres con los menores, que éstos han de estar siempre mejor con la madre que con el padre o que los padres quieren menos a sus hijos. También nos parece abusivo atribuir a los hombres, con carácter general, intenciones espurias al solicitar la custodia y pensar que a las mujeres sólo las mueve el amor filial”.
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Las firmantes del manifiesto suscribían además respecto al feminismo que se estaba imponiendo que “Estas opiniones vertidas desde el feminismo nos parecen carentes de matices y excesivamente simplificadoras, pues atribuyen la situación de las mujeres a un único factor: los deseos de dominación masculina y tienden a presentar a los hombres y a las mujeres como dos naturalezas blindadas y opuestas: las mujeres, víctimas; los hombres, dominadores ”.
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El texto concluía expresando que “Nosotras no deseamos configurar un feminismo revanchista y vengativo, deseamos simplemente relaciones en igualdad, respetuosas, saludables, felices, en la medida en que ello sea posible, relaciones de calidad entre mujeres y hombres ”. De esta forma, por pasiva, se evidenciaba la existencia de un feminismo revanchista y vengativo del que las firmantes se desmarcaban, el que finalmente se ha impuesto.
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Por supuesto hay muchos aspectos discutibles en el manifiesto, incluida su defensa de la prostitución, o sus ataques a la religión, pero al menos aparecen elementos de sentido común como el cuestionamiento de haber convertido el “género” en una explicación total a los casos de violencia contra la mujer, la naturaleza compleja del problema y la existencia evidente de otros factores como el alcoholismo o las drogas. Las dos reflexiones finales podrían ser que un feminismo totalitario ha proscrito cualquier matiz en el discurso y que cosas que ahora dice VOX, y que por decirlas es tildado de machista y negacionista, las decían Uxue Barcos o Manuela Carmena hace unos pocos años. Y que también por salirse del discurso impuesto por la ideología de género ahora se persigue a feministas clásicas que desde luego no tienen nada que ver con VOX como Lidia Falcón.
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http://www.cmpa.es/v_juventud/informacion/informacionver.asp?cod=11735&te=4960&idage=14805&vap=0