Despreciar las buenas maneras no nos hace mejores

Podría parecer otro asunto menor, dadas las circunstancias, pero puede que no. Estos días se ha viralizado la imagen de una diputada de ERC en el Congreso literalmente despatarrada sobre su escaño. La señor cobra 72.000 euros. Pero vayamos con la imagen para que sepamos de qué estamos hablando.

Tiene esta señora pinta de tener muy poco respeto a las personas que representa, a las personas que representan el resto de diputados, a las cosas que se deciden en esa cámara o al dinero del contribuyente que depende de su diligencia y sus votos.

Cuando cierto tipo de personajes empezaron a hacer entrada en las instituciones, se justificaron sus pintas y maneras diciendo que no llevaban corbata pero al menos no mentían y no robaban. Es más, casi parecía que la mentira y el robo eran prácticas propias de la gente bien vestida y de buenas maneras. Las buenas maneras y la forma de vestir venían a ser una forma de encubrir la porquería que venía debajo. Prácticamente había que abandonar la elegancia, la educación y las buenas maneras para sanear la política.

El resultado, a la vista está, es por el contrario que hemos perdido las maneras y encima nos siguen mintiendo y robando igual. Es más, seguramente nos roban y mienten más que antes porque se creyeron que. como los otros habían robado. ellos tenían derecho a robar por lo menos tanto como habían robado los otros, lo que se sabía que habían robado y lo que se imaginaban pero no se sabía, y el resultado de esa suma es todo lo que está robando el sanchismo ahora.

La recuperación de la estética y las buenas formas parlamentarias, sociales en general, debe formar parte del necesario programa de regeneración que España necesita. Obviamente la estética no garantiza la honradez, pero se ha probado que mucho menos aún la garantiza la chabacanería. No sólo eso, más bien podría pensarse que la chabacanería pavimenta el camino a las malas prácticas. Las buenas formas no impiden pero estorban. Las buenas formas son un bien en sí mismo. Podría haber otra forma de estética para expresar el respeto a una situación, pero la chabacanaría no es una forma de respeto alternativa sino su ausencia. Las buenas formas son un acento que se coloca sobre la mera normalidad por respeto a las personas o a las instituciones. Todos los grandes males empiezan entrando por un agujero pequeño. La estética y el protocolo sirven para recordarte el respeto que debes a tu posición y al lugar en que estás aunque después tú desprecies esa voz.

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