El PSOE, como Bildu, con la Guardia Civil está a un paso del Ospa Eguna y del Alde Hemendik

¿En qué manera los socios de Sánchez están siendo cómplices de toda la corrupción que adorna al sanchismo? Basta escuchar a Rufián o a Otegui para entenderlo. La teoría de Otegui o de Rufián es que la Policía o la Guardia Civil son instituciones dedicadas a perseguir a los enemigos políticos del poder. Las malvadas fuerzas de seguridad del estado habrían organizado durante años un complot para atribuir a los etarras delitos de terrorismo o para atribuir a los pobres independentistas catalanes una intentona de golpe de estado. El problema, aparte de la realidad, es que ahora ellos están en el poder y el gobierno al que apoyan es quien dirige a la Fiscalía, la Policía o la Guardia Civil. Un poco más complicado por suerte está el control del sistema judicial.

¿Por qué Rufián, otrora azote implacable de la corrupción, considera ahora que Abalos, Koldo, Leire Díez, Begoña Gómez o David Sánchez son inocentes víctimas de un complot judicial y policial para deslegitimar al gobierno? ¿Por qué en cambio Bárcenas, Rato o Granados no eran víctimas de una cacería política y de lawfare? ¿No era lawfare la sentencia, después rectificada, que justificó la moción de censura contra Rajoy? ¿Cómo vamos a perseguir los casos de corrupción en el nacionalismo o la izquierda si todas las acusaciones las vamos a despreciar asegurando que son lawfare? Será mejor que gobierne siempre la derecha, porque los casos de corrupción de la izquierda no se pueden perseguir o nos dicen que son lawfare. ¿Se está proponiendo algo así como un estatus de impunidad penal para todo el que no sea de derechas? ¿Se le está pretendiendo otorgar a la izquierda carta blanca para robar?

Los grandes defensores de la corrupción del PSOE se llaman ahora Gabriel Rufián o Pablo Iglesias. Lo cierto es que no puede resultar sorprendente que Rufián o Pablo Iglesias defiendan ardorosamente y contra toda evidencia la intachabilidad de todos los sospechosos de corrupción del sanchismo, y es que Rufián y Pablo Iglesias tienen un grave y evidente conflicto de intereses. ¿Cómo dejar caer al corrupto si estás a sueldo del corrupto? Porque efectivamente, la relación por ejemplo entre Rufián y el gobierno es que el gobierno entrega constantes contrapartidas económicas y no económicas a Rufián (incluyendo indultos para los delincuentes de ERC), y a cambio la formación de Rufián sostiene con su voto al gobierno rodeado de casos de corrupción.

Si Rufián empieza a denunciar la corrupción y deja de sostener al gobierno, se le acaba el chollo. Por tanto sólo le cabe o ser honrado o convertirse en abogado defensor a ultranza de los casos de corrupción del gobierno. ¿Cómo vas además a rechazar por corrupto a un gobierno que te ha indultado por malversador? Pero claro, etiquetarse como defensor de los corruptos no queda bonito en el escaparate, por lo que Rufián y el resto de socios del sanchismo tienen que inventarse todo este discurso sobre el lawfare, las cloacas del estado (que por lo demás claro que existen, sólo que ellos son los primeros estatalistas) y las cacerías político judiciales de la extrema derecha. Tienen que presentarse a ellos mismos y a los corruptos del PSOE como víctimas de una conspiración, negando todo atisbo de corrupción en la izquierda y el nacionalismo, porque la alternativa es reconocerse como corruptos y defensores de los corruptos. Y peor aún, dejar de cobrar de los corruptos todas las contrapartidas que dejarían de llegar con otro gobierno.

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