Efectivamente, en política hay momentos en los que es necesaria una renovación, bien para recuperar una identidad y unos principios perdidos o bien para llenar de contenido una misión. El trabajo tiene que ser en equipo, al unísono y sumando experiencia, juventud, edad, conocimientos, veteranía… No tiene que consistir únicamente en el relevo de personas o relevo generacional porque sería simple intento estratégico para que, quien no es “líder”, aparente serlo. La autoridad, respeto o capacidad de liderazgo no se impone, se concede. Deben concedérsela los militantes al “líder”, no al revés. La actual renovación del PP, por ejemplo, está dividiendo al partido, a la opinión pública y… puede que a muchos de sus votantes. Emprenden – dicen- un “viaje al centro”, al “diálogo” y a la democracia. Pero el diálogo y la democracia primero hay que contemplarlos dentro del partido donde no cabe la advertencia de dos únicas alternativas congresuales: el congreso a la búlgara o partido dividido. Sino libertad y participación, sin estigmatizaciones ni represalias.Sabido es que la justicia, el bienestar, la economía, vivienda, inmigración, seguridad ciudadana, plan hidrológico son prioridades políticas y de gobierno que deben ejecutarse y planificarse para conseguir el bien común. Estos proyectos son propios del sistema político (liberal, estatal, intervencionista, de endeudamiento o no) que defiende cada partido y la derecha o el centro derecha los sabe gestionar –y lo hace bien-. Es innato, por definición y resultados. Pero yerra cuando se olvida de las cuestiones intangibles relegando su ideología al silencio, entrega y copia mimética de planteamientos socialistas cediendo, en ello, su base de actuación e identificación social. Y hoy más que nunca es necesario transmitirlas a la sociedad con valentía, sin temor, con confianza. Es algo de lo que debería ocuparse para recuperar y conseguir sus metas políticas y de gobierno. Si la estrategia es un sistema de tácticas, se elige una u otra táctica según sean los valores y la cultura. Quizá se adolezca de una buena política de comunicación, previa a los medios de comunicación, de principios y normas establecidas para orientar el comportamiento de los sistemas, de estructura organizativa, simbólica o representativa y de coordinación con la toma de decisión –léase voto-.
Quizá en el PP, al igual que en UPN, sería más efectiva la autocrítica y reflexión en las ideas y programas para recuperar los principios fundacionales e identitarios, propios del partido, dirigidos a proteger nuestros derechos humanos, nuestra cultura humanista cristiana-católica, el derecho a la vida (también del no nacido), a la libertad, a la unidad de la nación llamada España, opuestos a la imposición y control del Estado en la familia, la educación y las leyes que desestructuran y dividen a la sociedad. No en vano cabe recordar cómo, ante una sociedad americana pseudoprogresista de legalización de drogas, militancias pro- abortistas, feminismo, homosexualidad, aumento de divorcios, crecimiento criminalidad, SIDA en los 80 en la que era impensable que los republicanos pudieran acceder al gobierno, Reagan en 1984 se manifestó firme en valores conservadores-liberales, tanto en lo moral como en lo político-económico, para combatir ideológicamente esa inestabilidad social, ganó las elecciones y los republicanos volvieron a retomar la hegemonía.
Si estamos inmersos en una crisis de ideas, afrontémosla con valor y convicción porque al igual que de una crisis de identidad puede surgir una recuperación que puede favorecer un largo periodo de compendio ideológico para eclosionar y consolidarse más adelante.
Nieves Ciprés