Manifestación del 17-O

La manifestación del 17-O marca un antes y un después en la batalla por la vida. Con la aprobación de la primera ley del aborto, en 1985, la sociedad civil se sintió cansada y defraudada. Los socialistas no arriesgaron su proyecto estrella, y no convocaron un referendum. Esto hubiera sido lo justo ante una cuestión de semejante magnitud, que claramente trasciende las ideologías.  Pero se aplicó el rodillo parlamentario de un sistema presuntamente democrático, pero que adolece de problemas evidentes: se han cargado la separación de poderes, no existe ninguna posibilidad de democracia directa, la representación parlamentaria es injusta, y la partitocracia impide en más de una ocasión que se respete la auténtica voluntad de los ciudadanos, que son estafados una y otra vez por los políticos.
 
La sociedad civil se desanimó, y apenas unos grupúsculos de animosos siguieron con una batalla que se daba por perdida. ¿Qué se puede hacer contra el Estado, contras su poderío mediático y educativo? Pero algo ha cambiado. Unas cuantas asociaciones, que parecían diminutas y despreciables, han conseguido el milagro. Con su lucha valiente y constante, han devuelto la ilusión a una sociedad civil que quiere plantar cara e iniciar una pacífica, alegre y positiva batalla en favor de la vida. Va a ser larga. Va a ser dura. No se van a ver los resultados ni a corto ni a medio plazo. Pero se ganará. Con el esfuerzo, el valor  y la generosidad de todos.
 
Desde aquí quería felicitar a todos los que han realizado ese trabajo silencioso durante años. Quería felicitar a los que nunca se han cansado. A los que nunca han perdido la esperanza, y por eso, han sabido llegar hasta el 17 de octubre, y llevarnos a los demás. A los que nos han devuelto la ilusión, y nos han hecho  sentir la necesidad de coger el coche, el autobús, el tren, el bocata y la pancarta, y trasladarnos a Madrid ¡con tanta pereza! y con tanta esperanza. Allí estuvimos. Allí volveremos cuantas veces haga falta. Aquí trabajaremos apoyando en lo que podamos en nuestro pequeño mundo. Allí, iremos a apoyar a los que van en cabeza. Y entre todos, conseguiremos frenar este horror, para que nadie pueda decir en el futuro que no supimos ni quisimos evitarlo, que miramos para otro lado.
 
A todos, muchas gracias.
 
 
Pilar Aizpun

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