Bajo el titular en grandes caracteres “El título universitario se devalúa”, el diario El País ofrece en su edición del pasado día 19 los siguientes datos relevantes: “España es el único país de la OCDE en el que los graduados superiores han perdido ventaja laboral en los últimos años. La educación española es una de las que gastan sus recursos de modo más ineficiente (…) España es el único país de los más ricos del mundo en el que el vertiginoso aumento de los titulados universitarios no ha ido acompañado de mayores ventajas en el mundo laboral. Esta situación se pone de manifiesto en el último análisis de la situación de la educación en el mundo realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) presentado estos días en París. Las conclusiones tachan de ineficiente a la educación española. Esto significa que España es una de las naciones que menos logran que lo que invierte se vea luego en los resultados educativos (…) España está diez puntos por debajo de la media de la OCDE en titulados en bachillerato y FP (…) Atasco en bachillerato y FP. El porcentaje de población entre 24 y 35 años que tiene al menos estos estudios es del 64%, frente al 77% de la OCDE y al 79% de la Unión Europea, lo que deja a España en el puesto 25 de 29 países.”
Después de estas perlas, uno lee estupefacto el artículo de opinión de Doña Concha Puyo Gracia, Secretaria de Educación de la Ejecutiva del PSN-PSOE, publicado en Diario de Navarra el pasado día 18. Y me refiero a estupor porque, al tiempo que trata de defender la idea de la formación de los ciudadanos con valores democráticos, atribuye a los que disienten de este pensamiento (único?) la supuesta intención de manipular la buena voluntad de muchos padres y madres; también el intento de desprestigiar al Gobierno socialista generando confusión, descalificando y recurriendo a viejos tópicos de la dictadura (¡). Resulta curioso que la Sra. Puyo aluda a dichos tópicos; parece que cuesta argumentar, construir, sin que el subconsciente parezca traicionar (excusatio non petita…) con algunas secuencias -quizá nostálgicas- del pasado, como lo es la imposición obligatoria de cursar la asignatura EpC, evocadora de la en su día denominada Formación del Espíritu Nacional. Y es que los viejos tópicos de la dictadura se han constituido para algunos en eje vertebrador de su falsa progresía en lo educativo y en lo social. Qué harían muchos sin poder exhibir ese victimismo y resentimiento, extendiéndolos hacia las generaciones de niños y jóvenes que constituyen el futuro de nuestra sociedad. A ningún Gobierno desde la Transición se le habían visto tantos complejos y sectarismo traducidos en este tipo de iniciativas. Se llenan la boca de expresiones como “talante”, “consenso”, etc. pero simultáneamente ponen en práctica ocurrencias de ese tipo o de otros como la de la aprobación de la Ley de Memoria Histórica, seguramente un mal ejemplo de todas esas proclamas para nuestros jóvenes y generaciones actuales, entre las que se puede perpetuar el rencor y la división impropia de nuestra época.
Aunque se quiera silenciar o ignorar, los padres tenemos sobrados motivos de preocupación ante este panorama; y si ello implica cuestionar al Gobierno, pues algunos lo cuestionaremos sin mayor complejo ni otros límites que el respeto a las opiniones ajenas (aunque no hayamos recibido nunca Educación para la Ciudadanía), pero en ningún momento haciendo dejación de nuestro derecho, de lo que supone para nuestros hijos la libertad de elección de la educación que para ellos queremos, algo que está incluso consagrado en la Constitución, instrumento nunca más perversamente manipulado. Y precisamente lo hacen quienes más presumen de pretendidas conquistas de derechos para los ciudadanos en los últimos años. Ya dijo Pedro Almodóvar que con este Gobierno había llegado la Democracia a España. Es tranquilizador que los “intelectuales” siempre están al oportuno quite, u oportunista. Nunca antes se había actuado con tanto sectarismo e injerencia en la libertad personal desde el ámbito público. Y es que, como manifestó públicamente un dirigente socialista hace algún tiempo, la educación de los hijos es algo demasiado importante como para dejarla en manos de sus padres ¡Toma intervencionismo!
El relativismo que trata de imponer este Gobierno del talante existe simplemente en las estrechas mentes de algunos, más bien ausentes de la realidad. Afortunadamente conozco a muchos más compañeros de su partido, Sra. Puyo, y ciudadanos en general, que piensan exactamente lo contrario de lo que Ud. expresa en su artículo. Los padres de familia sabemos que con determinadas cosas no se juega. La asignatura no deja de ser un “trágala” a los que no tenemos complejo que justificar con un falso progresismo que, como todo, si fuese real se demostraría con hechos.
Decisiones como la comentada, u otras no menores cual es la del Ministerio de Educación de que los alumnos de primero de Bachillerato que suspendan cuatro materias puedan pasar de curso han hecho rebelarse a las federaciones de padres, que han pedido la dimisión de la Ministra titular, así como han manifestado su oposición frontal a la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Cuánto mejor nos vendría que se dedicaran esas energías, medios humanos, técnicos y económicos a sacar del negro panorama recogido por la OCDE a la educación española. Mucho me temo que lo políticamente correcto, una vez más, no funciona para los que vivimos en la realidad.