ZP ha decidido tirar la casa por la ventana de cara a las próximas elecciones y dice que dará 210 euros mensuales a los jóvenes para pagar el alquiler. Estoy seguro de que a mucha gente esto le parece megasolidario y maravilloso, pero a mí me resulta aterrador. Cómo será la cosa que hasta Llamazares, que de esto del libre mercado sabe un rato, se permite aleccionar a ZP y le avisa de que se trata de una medida que encarecerá los precios de los alquileres. En un mercado cerrado con 100 monedas de un euro y 100 naranjas, lo normal es que cada naranja cueste un euro. ZP ha decidido que, metiendo otros 100 euros en el sistema, todo el mundo podrá comprar 2 naranjas por 1 euro, totalmente convencido de que el precio de las naranjas no se duplicará tras duplicar también el dinero en circulación. Aterrador. Pero claro, además es que el dinero público no es de nadie, por tanto nadie va a pagar esos 210 euros a cada joven que alquile una vivienda. Genial porque así no tiene que explicar a quién le va a quitar esos 210 euros, no sea que no le vote. Es maravilloso que todo ese dinero (210 euros por 12 meses por el número de jóvenes afortunados) vaya a caer del cielo, porque si no sería discutible que lo más productivo que se puede hacer con ese dinero sea dedicarlo a subir el precio de las naranjas, o el de los alquileres. Naturalmente es probable que esto de los 210 euros de regalo sea la enésima mentira de ZP, pero supongamos por un momento que los jóvenes llegan a ver esos 210 euros en sus manos. La subvención masiva tendrá indudablemente dos efectos. Uno: provocará una subida de los precios. Dos: como toda subvención, detraerá recursos de la zona productiva donde se están generando, mermando allí la generación de riqueza. El resultado será que, tras provocar la subida del alquiler, ya no bastará la subvención de 210 euros para pagarlo, y habrá que subir la ayuda a 250, 275, 300… lo cual provocará nuevas subidas que harán completamente inútil la ayuda. Por otro lado, en vez de los 210 euros iniciales, también habrá que aumentar a 250, 275, 300, etc, la cantidad de euros que hay que detraer de la economía productiva para cubrir el monto creciente de las subvenciones, multiplicando el efecto pobreza. Ese círculo vicioso de destrucción de recursos se llama socialismo. Afortunadamente, el Gobierno Foral ya ha anunciado que no implantará esta medida en Navarra. Pero cuidado, quizá sea porque esté tramando una medida aún más populista. Y es que la derecha foral, en la tesitura de tener que explicar por qué una medida populista de los progres es un horror, o contraatacar ofreciendo una subvención aún mayor y más populista que la que ofrece la izquierda, siempre opta por lo segundo. Véase el caso de las VPO. No hay ideas. No hay discurso. No hay confianza. Por eso tampoco convencen.