A estas alturas quiero pensar que todos los lectores de Navarra Confidencial están convencidos de que no siempre el incremento del gasto público lleva aparejado un aumento de la calidad del servicio. Pero no sé qué clase de papilla leerán muchos de los que no saben que existimos porque por increible que parezca aún hay personas que se lo creen cada vez que sale un ministro anunciando que con no se cuántos millones más va a mejorar las cosas.
La engañufla resulta especialmente llamativa en el ámbito educativo. Un día anuncia el presidente que va a poner ordenadores como si esas máquinas sirvieran para poner orden en las aulas. Los sindicatos de profes, controlados por viejos ex-maestros desmotivados, reclaman otro día más personal. Como si la multiplicación de las contradicciones en los equipos docentes fuera lo ideal para amueblar cerebros en las cabezas huecas de los alumnos del siglo XXI.
La mayor parte de las medidas que reclaman los ideólogos materialistas son aire si no van acompañadas de una bonita línea presupuestaria. Por el contrario, todas las grandes filosofías y doctrinas morales de la historia, incluido el cristianismo, han basado siempre su predicación en dogmas austeros. Está visto que el relativismo no se sostiene si no es a golpe de talonario. No se si nos va a compensar. Sale demasiado caro ser relativista.