Sin que sirva de precedente resulta que todo el mundillo vasquista está en fase de reflexión profunda. ETA está fuera prácticamente de todas las instituciones (a excepción de las instituciones penitenciarias, claro) y salvo las concejalías de ANV que todavía conserva. Y al salir, y al abstenerse sus votantes, ha provocado la pérdida del gobierno vitoriano para sus primos del PNV que han acusado el golpe lanzando un amargo reproche a sus hermanos "radicales". La ETA reflexiona y da muestras de indisciplina; el nacionalismo de corbata reflexiona y se presenta lleno de contradicciones y de dudas. Y pierden poder, y presencia de ikurriñas en la calle, y capacidad de movilización, y a duras penas se mantienen atrincherados en el entramado lingüístico-cultural.
Ojalá que la reflexión profundice más allá de las típicas consideraciones estratégicas que caracterizan a las ponencias políticas de los ideólogos euskaros. El mundo ha cambiado mucho desde la aparición del nacionalismo sabiniano pero lo que más ha cambiado es el nacionalismo, porque nunca tuvieron una base sólida. Deberían darse cuenta. No han dado ni una en sus pronósticos históricos. Los que como yo venimos de una tradición católica, antiliberal y foralista solemos acertar mucho más en nuestras profecías políticas. Tenemos un orden de prioridades más coherente y una serie de principios más firmes: la religión, la patria, la familia, las leyes, las tradiciones, la persona, la autoridad, el bien común… Acertamos mucho más porque sabemos los resultados que puede producir en la vida social la renuncia a esos principios. Pero ¿qué pasa si uno pone su esperanza en la raza, la frontera, el folclore, la sangre, el cráneo, el apellido, la bandera, la determinación violenta, o el idioma?. Pues pasa que uno va de sorpresa en sorpresa. El nacionalismo ha recorrido de una u otra forma todo ese rosario de falsos ídolos fracasando una vez tras otra en sus pronósticos. Ahora lleva camino de convertirse en franquicia local de los tópicos progres: vascos y vascas, euskogays, estatalismo vasco, ateismo neopagano ¿de verdad que en eso consiste "lo vasco" que tanto aman? Nunca he sido partidario de dar por perdidos a todos los nacionalistas con esa descalificación global que gusta a los que se etiquetan de "constitucionalistas". Por eso me alegra que reflexionen.
Jerónimo Erro