En el mundo de los cuentos no hay comités, ni consejos, ni asambleas, ni congresos. La reina malvada que se mira al espejo no busca mas que la adulación del "pelota" de turno. El emperador ridículo que se pasea desnudo no ha encontrado, el pobrecillo, a nadie que se atreva a decirle la verdad, porque al parecer todos -menos un niño pequeño- tienen miedo de contrariarle. El príncipe cuando acierta lo hace de chiripa. El ogro no tiene amigos. El capitán de los piratas no se fía ni de su sombra.
No crean, queridos niños, que es muy distinta la cosa en este otro cuento de la política que poco a poco les vamos contando. En vez de emperadores hay presidentes. En vez de príncipes, líderes azules. En vez de espejitos hay asesores. Y todo lo demás es bastante parecido. Lo que dice el que está en el trono; eso es lo que toca. De manera que si hay que pedir favores, o simple justicia, ya se sabe a quién hay que acudir.
La famosa "democratización de las instituciones forales" no parece que haya abierto muchas puertas al pueblo. De hecho las ha cerrado porque antes ¿cuántos podían llegar a ser presidente de la Diputación?. Y en cambio ahora… ¿no les da la sensación de que tenemos muy poco donde elegir? ¿Qué pasará si nos falla la "opción Barcina"? ¿se verá obligado a seguir Sanz en el trono para que no nos quedemos huérfanos de líder? ¿y para que Navarra no se rompa? ¿qué otra opción tenemos? ¡Vuelva Sr. Puras!, ¡estamos hechos un lío!
Jerónimo Erro