No me han dejado nada contento las declaraciones de María Kutz sobre la nueva ley del aborto por dos razones. En primer lugar porque ¿qué tiene que ver el aborto con la Consejería de Salud? Que la única persona del Gobierno de Navarra que abra la boca para opinar del asunto sea la responsable de las enfermedades y las medicinas no me digan que no supone en cierta forma reconocer que los niños no deseados pueden ser tratados como una especie de tumor maligno. ¿Por qué no dice algo Sanz como lo haría sin duda si se pretendiera legalizar la esclavitud o la pena de muerte? ¿Por qué no se mojan todos los políticos asumiendo las consecuencias políticas y morales de su decisión? Los derechos, la vida, los principios, los valores no entienden de departamentos sino que son cuestiones prepolíticas que atañen al fundamento mismo de la vida pública y que arruinan los fundamentos de la convivencia social si no se respetan.
Y en segundo lugar no estoy contendo -y esto es peor- porque ha dicho la Kutz textualmente que: "tenemos una ley y yo creo que lo que habría que hacer es aplicar la ley que tenemos". Es decir, el mismo discurso malminorista del PP de toda la vida. Incapaz de despegarse de las iniciativas progres que son las que marcan siempre el ritmo a seguir. El mismo argumento cobardica que sólo sirve para consolidar los errores más insensatos, como si dijeran: "Nosotros somos buenos. Los del PSOE te quieren sacar los ojos. Nosotros solamente uno".
Jerónimo Erro