Ahora mismo es que hace mucho frío pero ya verán ustedes en cuanto empiece el deshielo como empieza el jaleo jacobeo. Al final me parece que esto va a ser lo más histórico de un año que se presenta anodino. La lentitud del brote de los brotes, la sequía electoral, la prolongación de la agonía económica no va a dar para muchas alegrías. Así que mejor será que volvamos los ojos a Compostela, a la tumba del Apóstol patrono, ya que tanto miedo tenemos de mirar nuestra propia sepultura. Los mesecillos de presidencia española de Europa se va a ir en un plis, plas, ya lo verán. No quedará más recuerdo que un agrandamiento del agujero del déficit público.
Si no fueran tan sectarios los políticos del PSOE habrían aprovechado la coincidencia para darse un poco de lustre cultural. ¿No hubiera sido bonito reunir en todos los discursos de la farfulla europeista un recuerdo y una emoción dedicada al camino de los caminos europeos? Pero claro, eso hubiera supuesto la asistencia a alguna ceremonia religiosa no funeraria; el riesgo de ahumarse con el humo divino del botafumeiro, y hasta tal vez hubiera caído en la aspersión litúrgica alguna gota de agua bendita sobre la solapa impecable de los ministros. ¡Vade retro!
Pero en fin, esta es la realidad. Un semestre de complejos en pro de una Europa hueca. Y un año enterito para recordar nuestras verdaderas raíces.