El mundo anda un tanto revuelto en las últimas fechas, con graves problemas políticos y de orden público en España, en Venezuela y, más recientemente, en Chile y Bolivia. Para algunos es como si todo fuera lo mismo o lo que sucede en un lugar justificara lo que sucede en otro. Por ejemplo, un simpatizante de la Esquerra o de Podemos reprochará a un votante del centro-derecha que simpatice con los venezolanos que se manifiestan contra Maduro, mientras pide más represión contra los que se manifiestan en Barcelona. Obviamente el argumento tiene su reverso, porque esos mismos simpatizantes de Podemos o la Esquerra justifican la represión de Maduro, mientras llaman fascista al gobierno de España por reprimir la kale borroka en Cataluña. ¿Pero es realmente todo lo mismo y uno tiene que estar siempre o con el gobierno y la policía o con los manifestantes y la revuelta?
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Si analizamos los escenarios caso por caso, vemos que lo que podría parecer similar a primera vista en realidad es totalmente distinto. Por ejemplo, no hace ni dos años que en Chile la derecha se hizo con la presidencia con más del 55% de los votos. Cuando ahora la izquierda llena de muertos las calles de Chile sencillamente se rebela contra un resultado electoral que no es capaz de aceptar democráticamente, y desarrolla tal grado de violencia que obliga al gobierno legítimo a gobernar no con el programa que se aprobó en unas elecciones, sino con el que impone la minoría mediante la violencia. Los demócratas, por consiguiente, lo suyo es que en Chile estén a favor del gobierno legítimo de Piñera y contra la extrema izquierda antidemocrática.
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Los problemas de la izquierda para aceptar la democracia cuando los resultados electorales no le favorecen se encuentran también tras la situación de revuelta en Bolivia y Venezuela. Todos conocemos ya la situación en Venezuela y que Maduro, en cuando los chavistas perdieron las elecciones al parlamento, sencillamente se negó a aceptar el resultado y se inventó otro parlamento con una composición que no tenía nada que ver con la que habían elegido los venezolanos en las urnas. Los chavistas dejaron de creer en la democracia en el momento mismo en que dejaron de poder ostentar el poder democráticamente. En Venezuela, por consiguiente, los demócratas sen encuentran frente a la policía y frente al gobierno.
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En Bolivia, lo que se ha producido es un pucherazo de Evo Morales que tampoco ha podido aceptar una derrota electoral sólo que, en medio de escandalosas irregularidades electorales, el ejército y la policía se han puesto de parte del pueblo boliviano pero, si no hubiera sido así, en este caso la justicia y la democracia también habrían estado frente al gobierno, los militares y la policía.
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En el caso de España, los golpistas montaron un pucherazo según el cual tenían el respaldo del 90% del pueblo catalán y declararon la independencia unilateral de una república que se sacaron de la manga. Más tarde, cuando hubo unas elecciones de verdad con todas las garantías, se demostró que sólo eran el 47% y que, aparte de haberse inventado un sujeto de decisión a la medida, pretendían imponer su gobierno particular al 53% de los catalanes y al 90% de los españoles. Todo esto mientras sacaban a sus partidarios a generar el caos y la violencia en las calles. Aquí los demócratas tenemos que estar por tanto claramente a favor del gobierno y la policía. En realidad tampoco es tan complicado.
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Lo que se puede recapitular de esto, por otro lado, es que la extrema izquierda, salvo cuando gana las elecciones siempre está en contra de la democracia y a favor la violencia totalitaria. En Venezuela con los antidemócratas chavistas. En Chile con la violencia de la ultraizquierda que perdió las elecciones. En Bolivia con el antidemócrata Evo Morales. Y en España con los CDR y contra la policía. No se puede menospreciar el riesgo democrático para España de votar a partidos que sistemáticamente apoyan regímenes que se niegan a aceptar los resultados democráticos cuando pierden las elecciones. Viendo lo que sucede en otros lugares, dar poder a estos partidos en España pone en riesgo la democracia española. Al menos hay que reconocerle a la extrema izquierda española su coherencia, coherencia en el totalitarismo pero coherencia.
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