Financial Times ha arrojado sobre el tapete una noticia curiosa. Los bancos españoles han acudido al Banco Central Europeo en busca de financiación. Nada raro, salvo que lo han hecho a un ritmo que duplica el de los meses anteriores. Financial Times revela en un artículo que, durante los últimos 15 meses, los bancos españoles pidieron prestado al BCE por valor de unos 20 mil millones de euros mensuales de media. En el mes de diciembre, sin embargo, lo han hecho por valor de 44 mil. Por alguna de las reacciones, da la impresión de que hay que ser inglés para dar importancia al dato.
El problema, sin embargo, se centra en la deuda estructurada. Los bonos respaldados por hipotecas ya no son lo que eran y no encuentran liquidez en el mercado, no al precio que solían. Si el BCE no estuviera comprando ese tipo de deuda estructurada, los bancos tendrían que asumir una pérdida porque sólo podrían sacarla al mercado empezando a aplicar descuentos en el precio. Da la impresión, por tanto, de que si el BCE está inyectando liquidez en ese mercado es precisamente para evitar ese escenario. Evidentemente también, parece a la luz de los datos que es en España donde más se está notando la presión, y que esta presión se ha hecho más intensa en el mes de diciembre. Naturalmente el Financial Times se pregunta durante cuánto tiempo podrá mantenerse la situación, si no remite la crisis, antes de que los bancos tengan que empezar a asumir algunas pérdidas en su balance.
En cuanto a Navarra, acabamos de saber que ha seguido creciendo al 3,4% en el último trimestre del 2007. Suave desaceleración pero nada que debiera preocuparnos, seguro que es una música que ya les suena. El problema es que es un dato totalmente desfasado. Los americanos viven ladera arriba, nosotros ladera abajo. No es nada personal, es que ellos representan 1/3 de la economía mundial y nosotros no. El caso es que ha habido un alud monte arriba que ya ha alcanzando la casa de los americanos. Nosotros, en cambio, vivimos aún relativamente felices en nuestra casita, con nuestro apreciable crecimiento, nuestra chimenena y nuestro televisor de plasma. El problema es que vivimos ladera abajo y los aludes no caen de abajo a arriba, sino de arriba a abajo. La cuestión no es por tanto si nos alcanzará el alud sino cuánto tardará en alcanzarnos y, sobre todo, con cuánta intensidad.
En este escenario, la CAN ha presentado unos buenos resultados. Como simple curiosidad, nos ha llamado la atención la forma en que se distribuyen por sectores los préstamos concedidos por la CAN. Teníamos curiosidad por saber cuál era la proporción que correspondía a vivienda y he aquí el resultado:
La promoción de vivienda, seguramente uno de los eslabones más débiles de la crisis, se mantiene según Cotizalia y en el caso de la CAN por debajo del 13,5%. Un dato que confiere a la CAN un perfil de riesgo relativamente bajo dentro del sector.