No. Ayer no se congregaron 20.000 navarros en la Vuelta del Castillo en el homenaje a las víctimas del terrorismo que todos los años se celebra con ocasión de la Navidad. No hemos publicado la noticia que ocurrió, sino la que hubiéramos deseado publicar. Tampoco se extrañen tanto, los medios publican constantemente noticias que no son la realidad, sino sus propios deseos, nosotros por lo menos avisamos. Pero sin embargo tal vez sea interesante preguntarse por qué no hubo ayer 20.000 personas en el homenaje, qué significa que no las hubiera o qué significaría que las hubiera habido.
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¿Por qué ir a una manifestación por las víctimas de ETA?
Desde luego porque las víctimas del terrorismo lo merecen. En la batalla entre los terroristas y quienes defendían España y la libertad (nuestra libertad) ellos pusieron la nuca. Merecen nuestro agradecimiento. Se lo debemos. El agradecimiento de la sociedad por la que se jugaron la vida, por otro lado, es seguramente lo único que tienen en muchos momentos. O lo que más echan en falta en otros. Puede fallarles el gobierno, un gobierno, pero no debería fallarles la sociedad en ningún caso. Salvo que la sociedad no comprenda. No valore. Salvo que la sociedad no merezca el sacrificio que por ella hicieron.
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Si una familia cualquiera acude a una concentración en homenaje a las víctimas del terrorismo seguramente eso es un pequeño acontecimiento para sus hijos. Casi seguro que ante las preguntas de los niños hay que darles una explicación de la asistencia a ese acto. No hace falta una asignatura obligatoria en los colegios, a saber en lo que puede convertir el gobierno de turno una asignatura obligatoria en los colegios. Un niño que acude a una concentración con sus padres aprende algo importante ese día, lo que sin duda es otra razón por la que merece la pena acudir a un acto de este tipo y otra razón para lamentar que ayer no fueran 20.000 los navarros que acudieron.
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Es normal que la gente no quiera líos, que pase de concentraciones e historias políticas. Sin embargo, la poca o mucha libertad de la que todavía goza la gente que pasa de todo se la debe a la gente que luchó por ella. Lo normal es la jungla: la libertad y el respeto es una conquista. Se puede pasar del tigre en el salón, pero no de las consecuencias de pasar del tigre en el salón. La libertad se goza después de mucho tiempo de luchar por ella y se pierde después de mucho tiempo de darla por sentada y de pasar de seguir luchando por mantenerla. Los niños que no saben nada de lo que fue ETA mañana serán presas fáciles del nacionalismo y de su relato.
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Si ayer hubiera habido 20.000 navarros que hubieran dedicado un ratito por la tarde a acercarse a la Vuelta del Castillo significaría que de algún modo la sociedad navarra exhibía una buena salud democrática y un elevado grado de compromiso, además del debido reconocimiento a las víctimas. Podríamos dormir tranquilos. El terrorismo y sus relatores estarían derrotados. En realidad ni aún así sería una buena idea darse por satisfecho y echarse a dormir la siesta porque hubieran acudido 20.000 navarros, como para tumbarse a la bartola cuando sólo fueron alrededor de 400.
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Dicho esto, el acto celebrado en homenaje a las víctimas estuvo como todos los años lleno de dignidad y emotividad. No es desdeñable que acudieran unas 400 personas y algunas más de las acostumbradas otros años. El tiempo ha afinado la calidad y realización de la celebración. Alguien que acudiera por primera vez se sorprendería de la buena organización, la sensibilidad, el calor humano y el buen gusto. Razón de más para acudir por primera vez a este acto.
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