La convivencia ha reventado en Marcilla. No ha sucedido de repente, ni mucho menos. Hace tiempo que el centro de menas de Marcilla viene siendo una fuente constante de conflictos. La hemeroteca está llena de sucesos al respecto, aunque puede que sólo la hemeroteca de algunos medios. Los que no toleran hablar del problema no van a resolver el problema. Los que creen que es xenofobia y racismo hablar del problema no pueden asumir la existencia del problema. Los que nos venden los centros de menas como si fueran kindergardens no pueden soportar la evidencia de que hablamos de “niños” que pueden matar o mandar al hospital a un adulto. De los problemas con los “niños” para las mujeres de los alrededores ni hablamos.
Que la situación es insostenible lo reconoce ya abiertamente hasta la alcaldesa de Marcilla, que resulta que es socialista, lo que no impide que reclame el cierre y traslado del centro. ¿Pero en qué quedamos entonces? ¿Queremos o no queremos inmigración descontrolada? ¿La queremos o la queremos en otro pueblo? Si abrimos la puerta sin control alguno a todo el que quiera venir, después no nos quejemos o queramos pasarle el problema a otro pueblo. Si uno no quiere eso que no vote eso.
A la vista está por lo demás que la inmigración masiva y sin control trae problemas. ¿Hasta cuándo seguir cerrando los ojos? De algún modo Marcilla es una especie de experimento social. ¿O pensamos que lo que está sucediendo en Marcillo no se reproduciría en cualquier otro lugar? Que los centros de menas sean fuente de problemas, ¿es algo normal o excepcional? ¿Marcilla es un experimento que ha salido bien o mal? ¿Qué sentido tiene repetir y multiplicar un experimento que sale mal?
No puedes multiplicar lo de Marcilla sin arreglar lo de Marcilla. Si el centro de Marcilla se ha convertido en un foco de problemas, ¿en qué momento has decidido multiplicar por toda Navarra lo que sucede en Marcilla? ¿Cuál esperas que sea la consecuencia lógica salvo multiplicar por toda Navarra los problemas que están teniendo lugar en Marcilla? Como poco tenemos que alcanzar un mínimo consenso transversal entre todos que sería expulsar de inmediato a todo los inmigrantes que vienen a delinquir. Precisamente para evitar que se meta a todos los inmigrantes en el mismo saco hay que separar el grano de la paja. No hay ninguna norma moral, y tampoco debería haberla legal, que nos obligue a abrir la puerta y quedarnos la delincuencia de importación.
