Es noticia que ayer no hubo ningún apuñalamiento en Pamplona, ni siquiera en el inmueble de la antigua ikastola Jaso. El miércoles sí, pero han pasado 24 horas sin apuñalamientos desde el último y esto es noticia. La noticia es lo extraordinario, que el hombre muerda al perro, y si ha pasado un día entero en Pamplona sin apuñalamientos y sin grandes sucesos es algo extraordinario y por tanto noticioso, y hay que contarlo.
Otra cosa han sido los días pasados, entre los que aparte del citado apuñalamiento se pueden contar agresiones, peleas y robos. Tenemos por ejemplo un detenido en plena Plaza del Castillo por pelear con otra persona y agredir a los policías que trataban de separarlos.
Esta semana también se ha producido el robo entre cuatro personas a una víctima a la que trataron de arrancarle un anillo prácticamente de un bocado, cual Gollum a Frodo en la escena de la destrucción del anillo.
Por cierto, la nacionalidad de los cuatro detenidos en el robo del anillo es marroquí, lo mismo que la del agresor de la Plaza del Castillo o la del apuñalador de la ikastola Jaso. Por supuesto no es la primera vez que todos ellos cometen delitos y son detenidos, no obstante siguen aquí cometiendo delitos. A estas horas es probable, salvo acaso el apuñalador, que todos los demás ya estén en la calle cometiendo nuevos delitos. Ellos más todos los nuevos delincuentes importados que hayan llegado en los últimos días, puesto que en España hay puerta de entrada para los delincuentes pero no puerta de salida. Normal que se dispare la delincuencia.
Por supuesto Navarra no es un caso excepcional. Esta semana también hemos conocido la conversación en un chat entre algunos altos cargos del gobierno de Illa reconociendo ser ciertos los datos denunciados por Ignacio Garriga (VOX) en el parlamento catalán: “El 52% de la población penitenciaria en Cataluña es extranjera. El 69% de los condenados por violación también lo son. En Barcelona, el 79% de los detenidos en 2024 fueron extranjeros. Esto es delincuencia importada”.
En todo 2024 sólo se produjo la expulsión de 3.000 delincuentes extranjeros. Es evidente la desproporción entre los delincuentes que llegan y los que expulsamos o sus países de origen admiten de vuelta. También es llamativo que permitamos a ciertos países de nuestro entorno no recoger a los delincuentes que intentamos devolverles. Los resultados están a la vista: la delincuencia crece sin parar. Ya no es noticia que en un lugar como Pamplona haya apuñalamientos, violaciones o agresiones, sino que pase un día sin que los haya. El gobierno y sus altavoces pueden esconder o maquillar los datos, pero no pueden esconder la realidad. Para darse cuenta del problema de inseguridad, desgraciadamente para el gobierno y para todos, no hace falta leer el periódico sino salir de casa. Cada vez a más gente le ha pasado algo o conoce a alguien que le ha pasado. La consecuencia es el establecimiento de un tabú desde el poder para no poder hablar, bajo pena de ser tachado de racista, odiador y xenófobo, pero también el hecho de una mayoría cada vez más amplia y transversal que exige medidas en torno a este problema. ¿Dónde acabará dirigiéndose esta mayoría social y electoral más o menos rápidamente teniendo que saltar más o menos muros, más o menos altos? Hacia los partidos que por lo menos no nieguen la existencia del problema y propongan algún tipo de medida de control. Mucha gente no lo sabe pero está a una agresión o un robo de cambiar de voto, cuando un día lleno de agresiones o robos es raro.
