El sino de nuestro tiempo parece la doble vara de medir. Tener dos varas de medir es no tener ninguna vara de medir. Es lo mismo que reconocer que quien las usa sencillamente hace lo que quiere y predica para los demás normas que no cumple. No es realmente que haya dos normas, es que hay unas normas para los demás y ninguna para uno. El penúltimo ejemplo en Pamplona de esta doble vara de medir es el Museo de Pelota Vasca. ¿Es bueno o malo poner en marcha este museo? ¿Es necesario? ¿Debe ser una iniciativa pública? ¿Se justifica su costo? Si en el nombre dice algo de «vasco» parece que se multiplican las posibilidades de poder rimar, justificar y ensalzar ese gasto.
Museo vanguardista para la pelota vasca en Pamplona https://t.co/tk7def1kRO
— Diario de Noticias (@NoticiasNavarra) October 28, 2025
En este sentido llama la atención cómo las mismas formaciones y los mismos medios que ponían el grito en el cielo por la apertura de un Museo de los Sanfermines acogen ahora con entusiasmo este Museo de la Pelota Vasca. Ya no hay debate. A nadie se le ocurre criticar al Ayuntamiento por este dispendio. Si lo ha decidido Asirón será sin duda algo progresista y justificado. No va a pasar que Asirón diga una cosa y los medios cuatripartitos otra. El Museo de la Pelota Vasca es “vanguardista”, o sea bueno. El Museo de los Sanfermines, en cambio, era una ridiculez, una ocurrencia injustificado, una cabezonada de Barcina, la crónica de una ruina anunciada como el Flamenco on Fire.


Curiosamente, en vez de cuidarlo, el nacionalismo vasco ha hecho saltar por los aires el mundo de la pelota con su empeño en crear una selección nacional vasca. O sea, la pelota -como todo- se ha subordinado a la agenda ideológica y la construcción nacional.
El Parlamento de Navarra aprueba pedir que se anule la inclusión de Euskadi en la Federación Internacional de Pelota Vasca. https://t.co/8pQU5t7yLv
— Diario de Navarra (@DiariodeNavarra) February 6, 2025
¿Necesitan los Sanfermines o la pelota vasca un monumento? Seguramente no, por fortuna. Es decir, estás muerto cuando te meten en un museo. Mientras se pueda ir a partidos de pelota o encierros es mucho mejor eso que monumentos. Ayuda en todo caso a la pelota para que su existencia no acabe reducida a un museo. Si de todos modos un museo o un centro de observación de la trufa alguien piensa que existe una gran demanda para montarlo, y que va a ser un gran negocio y un éxito de público, que lo monte con su dinero.
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