Todo el debate del aborto pivota sobre la cuestión de si abortar es o no es matar a un ser humano. Si abortar es matar seres humanos, el aborto es un asesinato legalizado. Con varios agraventes, como que quien mata sea la propia madre, que la víctima sea inocente y que la víctima se encuentra absolutamente indefensa. Si abortar es matar seres humanos, los defensores del aborto serían los justificadores del mayor genocidio de la historia. ¿Pero participamos todos en una gran farsa? Para combatir el aborto, ¿intentamos convencer a sus partidarios de que es matar seres humanos cuando los partidarios del aborto lo saben perfectamente?

Lo cierto es que está perfectamente justificada la sospecha de que los partidarios del aborto saben perfectamente que abortar es matar a un niño. No lo dicen sus palabras, pero lo reconocen sus actos. Cuando el niño es deseado, nadie duda que sea un ser humano. El Gobierno de Navarra, por ejemplo, es un ejecutivo militante a favor del aborto, pero en su publicidad institucional promoviendo la vacunación presenta mujeres embarazadas con la hermanita besando al niño en la tripa. Si es deseado, es humano, abrazable con ternura y besable. Si no es deseado puedes matarlo. Si es deseado es humano, si no es deseado es un boniato.

Lo que pasa es que las cosas son lo que son las deseemos o no. Ser humano o no es un hecho objetivo. Si tomamos dos mujeres embarazadas de 12 semanas, una de las cuales desea a su hijo y la otra no, o los dos son seres humanos o ninguno lo es. No puede ser humano un niño y el otro no. Un niño es un niño igual que un coche es un coche, lo deseemos o no.

Existe por tanto una impostura fundamental en la defensa del aborto. Si los defensores del aborto asumen que es matar a un niño, porque consideran seres humanos y los tratan como tales a los niños deseados, que lo digan abiertamente. Que no lo escondan. Que digan claramente que son gente muy maravillosa, muy progresista y muy defensora de los derechos humanos, especialmente de los más débiles, pero que son defensores a ultranza del genocidio de todos los niños indefensos e indeseados.