Son demasiados frentes abiertos. Esto comenzó por la conversión de la mujer del presindente del gobierno en una captadora de fondos del gobierno, por el enchufe descarado al hermano del presidente, por Abalos, por Cerdán como sucesor de Abalos, por las mentiras, las mordidas y las putas, por el intercambio con delincuentes de indultos y amnistías por votos. Pero la magnitud del asunto ya va mucho más lejos.
Como por otra parte todos teníamos, sobre el tapete tenemos ahora la financiación ilegal del PSOE, el pucherazo en las primarias que hicieron secretario general a Sanchez, el voto por correo en las generales, las cloacas de Leire… y por su magnitud dos asuntos descomunales como el tráfico de personas y sustancias ilegales desde Marruecos y el petróleo venezolano.
Hablamos por un lado de cantidades de millones absolutamente abrumadoras, y por otro de que para hacer todo esto posible se precisa de un complejo entramado institucional que no se puede explicar de ninguna manera sólo por la corrupción de una secretaría general o un ministerio. En prácticamente todos los casos de corrupción que se están desvelando, no digamos si entramos en los extraños comercios con Marruecos o el petróleo venezolano, hace falta para posibilitar todas las operaciones requeridas la intervención de múltiples ministerios y cuerpos dependientes del estado. ¿Y quién tiene el poder por encima del nivel ministerial para poder dar órdenes a este ministerio o al otro o al Fiscal según sea necesario, o para coordinar la labor de varios ministerios, si no el propio presidente del gobierno?
¿Quién es el señor X de todos los casos de corrupción que estamos conociendo? ¿Quién tiene el poder necesario para tocar y coordinar a tantos ministerios y organismos implicados? Si el presidente del gobierno fuera el señor X, ¿cómo estaría reaccionando para blindarse y evadir sus responsabilidades? Quizá sea por ser lunes, pero preguntas menos inquietantes hoy no tenemos. Es de temer que mañana será martes y todavía estemos menos tranquilos.
