No iba a pasar, y en Navarra ya hay varios casos de cambio de género para evitar condenas

A Irene Montero se le advirtió con antelación y hasta la saciedad de los desastres que sus leyes estrella iban a provocar. Respecto a la rebaja de penas a los agresores sexuales, era un clamor que iba a ocurrir lo que después sucedió. Pero Irene Montero no quiso escuchar a nadie. ¿Acaso alguien que en 2025 sigue creyendo que el comunismo funciona puede ser una persona sin severos problemas para escuchar lo que no quiere oír y para percibir el mundo real? Montero calificó aquellas advertencias como “bulo” de la extrema derecha y después, cuando aprobó su ley y las rebajas de pena empezaron a acumularse por millares, culpó a los jueces en vez de a su propia necedad. El problema es que los jueces eran los mismos que con la ley anterior imponían penas superiores, no eran los jueces los que habían sido sustituidos por otros más machistas sino que era la ley la que había sido cambiada por otra llena de deficiencias, deficiencias de las que además Montero había sido plenamente advertida. El problema de personas como Montero es que su vida quedaría reducida a una broma ridícula, con la que no podrían convivir, si se abriera paso hasta ellas la verdad de que el comunismo no funciona o de que sus leyes para proteger a las mujeres lo que hacen es sacar a la calle a los violadores. Como no podrían vivir con ese tipo de verdades, tienen que vivir en una burbuja negacionista. A todo el que vive fuera de su burbuja negacionista además le llaman fascista, y si pudieran lo eliminarían. Al fascismo no se le discute, se le combate. Nos encontramos por tanto ante gente fundamentalmente peligrosa porque levanta su pureza y su superioridad moral sobre la negación de la realidad y el odio al que le contesta.

Respecto a convertir en ley la autodeterminación de género, pasó exactamente lo mismo que con la le del “Sólo sí es sí” y las rebajas de penas a los violadores. Se le advirtió reiteradamente y desde múltiples ángulos que el género a la carta iba a ser un coladero. Que iba a generar un desastre en el mundo del deporte, o en las oposiciones, o que iba a posibilitar cambios de género para evitar o rebajar condenas penales. Una vez más Irene Montero no escuchó a nadie. ¿Cuándo escucha Irene Montero a alguien? ¿Qué quedaría de Irene Montero o de todo el universo podemita el día que empezaran a escuchar a alguien? Si reconocieran que estaban equivocados en una cosa, si abrieran esa puerta, si la posibilidad de estar equivocado apareciera de pronto en ese mundo, ¿qué quedaría en pie al poco tiempo? En realidad algo intuyen, o no cerrarían la puerta a la realidad con tantos candados. Mentira o no, su discurso la ha llevado de la caja del Saturn a Galapagar y a un eurosueldo de 124.000 euros.

Si hasta en nuestra pequeña Navarra en tan poco tiempo hay ya varios casos de cambios de género fraudulentos confirmados por parte de maltratadores, para reducir pena, ¿cuántos habrá a nivel nacional y cuántos habrá dentro de algunos años si no se le pone remedio a esto?

No es sólo el favorecer a delincuentes sexuales, a maltratadores, o a tramposos en oposiciones y competiciones, sino todo el daño que está haciendo a la infancia la ideología de género. A los niños se les trata de confundir desde su más tierna edad y desde los propios colegios acerca de su identidad sexual, obligándoles a cuestionarse su género, negando la biología y convirtiéndoles en carne psiquiátrica de cañón. El daño futuro que se está sembrando entre la infancia desde el gobierno es inimaginable. Todo por una ridiculez como negar los géneros o pretender que se puede cambiar de género como de chaqueta.

La culpa no es sin embargo de Irene Montero en su integridad. Irene Montero no sería nadie si se hubiera levantado un cordón sanitario en torno a ella. La ley sueltavioladores no se aprobó con sólo los votos de Podemos sino con los votos de todos los demás socios sanchistas e incluso alguno más, que no pudo resistir el miedo a no parecer lo bastante progresista y moderno aunque fuera al precio de apoyar cualquier insensatez. Todo el sanchismo debe ser desmantelado cuando llegue un cambio de gobierno y debe llegar un cambio de gobierno para desmantelar el sanchismo, entre otras muchas razones para restaurar el sentido común y por todas las vidas arruinadas que se van a poder evitar.

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