Pedro Sánchez es un títere de los corruptos para hacerse ricos, o es el jefe de los corruptos. No hay más salidas. Sánchez queda deslegitimado para ser presidente en cualquiera de los dos escenarios. Que sea un mero títere de los corruptos ya es bastante triste y suficiente para tener que dimitir, pero es que además no puede dejar al país con la duda, más que razonable, de si en realidad no es el jefe de los corruptos. Las responsabilidades políticas, además de por la dignidad que Sánchez no parece tener, se asumen precisamente para eso, para no dejar a una institución marcada por la duda de si no se encuentra en manos de un delincuente. A nadie le importa si a Sánchez le ha fallado su gente de confianza, eso si es el caso sería problema de Sánchez, la cuestión es que Sánchez nos ha fallado a los españoles. Es su responsabilidad también elegir bien a su equipo, la famosa responsabilidad in eligendo e in vigilando. En el caso de Sánchez, además, la responsabilidad ya no sería in eligendo sino in re eligendo, porque destituyó a un corrupto para sustituirlo por otro aún más corrupto. El sanchismo foral y nacional es la respuesta de Santos Cerdán y Antxon Alonso a la pregunta de cómo podernos hacer para forrarnos.
Por si fuera poco, Sánchez no se comporta como si fuera inocente. En un país desarrollado y en un caso como el suyo el presidente dimite para que no haya una sombra de sospecha sobre la institución que ocupa. Hace unos años el presidente socialista de Portugal dimitió por un asunto de adjudicaciones que involucraban a varios de sus ministros y del que más tarde los tribunales determinaron que era inocente. Antonio Costa, pese a reafirmar su inocencia, dimitió por convicción y responsabilidad, declarando al hacerlo que “La dignidad de las tareas de un primer ministro no son compatibles con ninguna sospecha sobre la integridad, el buen comportamiento y menos aún con cualquier tipo de acto delictivo”.
Por el contrario, en la duda de si es inocente o el jefe de la banda, Sánchez se está comportando día tras día como si fuera el jefe de la banda. En vez de dimitir, se aferra al poder para usarlo contra las instituciones que investigan a sus lugartenientes corruptos, comos temiera que si hablan puedan involucrarlo al el. En vez de dimitir para despejar cualquier duda sobre la institución presidencial, Sánchez está usando el poder del gobierno para sacar adelante las “leyes Bolaños”, para que todo eso que están investigando ahora la UCO y los jueces instructores pase a depender de la Fiscalía General que se encuentra bajo su mando. Es exactamente lo que haría el presidente si fuera el jefe de la banda de corruptos, si quiera protegerse él mismo y si quisiera evitar que hablaran sus subordinados ya descubiertos.
Por lo demás, Cerdán acaba de confirmar lo que todos sospechábamos: Antxon Alonso, su socio en Servinabar, jugó un papel clave en los pactos con el nacionalismo vasco para que Sánchez fuera presidente. Servinabar, la UTE corrupta entre un socialista y un nacionalista, fue el modelo de la UTE política entra Sánchez y sus socios nacionalistas. Para que funcionara la primera, tenía que funcionar la segunda, tanto a nivel navarro con Chivite como a escala nacional con Sánchez.
La llegada al poder de Sánchez y Chivite no es el resultado de una operación política, sino de una operación empresarial para forrarse gracias al control de las obras públicas y las adjudicaciones. Sánchez y Chivite tienen que dimitir por dignidad, porque el peso de la sospecha es insoportable, porque están usando el poder para blindarse como si fueran culpables, por todo el daño que le están haciendo a los instituciones mientras permanecen en el poder, por el perjuicio que le están causando a la marca España y a la imagen de Navarra, y porque un país no puede tener un presidente del gobierno cuyas alternativas en este momento pueden ser ir preso o dar un golpe de estado blando. Una persona que puede tener ese dilema en la cabeza no puede seguir un segundo más en el poder.
Tampoco vale la excusa de que si se marcha viene la extrema derecha porque no es la verdad. En primer lugar la extrema derecha en España no existe, es sólo una excusa para robar. En segundo lugar, Sánchez puede dimitir y que el bloque sanchista elija a otro candidato. En tercer lugar, si Sánchez convoca elecciones y dimite no le entrega el poder a la derecha, sino que le da la voz al pueblo español y será el pueblo español el que decida lo que tenga que pasar. En cuarto lugar, si Sánchez no convoca elecciones porque piensa que su bloque ha perdido totalmente la mayoría sin ninguna posibilidad de recuperarla, debe convocar elecciones precisamente por legitimidad democrática, porque sabe que ya no cuenta con el apoyo para seguir siendo presidente del pueblo español.
