La ley de autolavado histórico de la izquierda española

La apisonadora de la extrema izquierda sigue aprovechando su mayoría parlamentaria y el aparato del estado para imponer su memoria histórica democrática, que ni es histórica ni es democrática. No es histórica porque en la memoria de la izquierda hay cosas que son verdad, cosas discutibles que sólo son una visión parcial, y cosas que directamente son falsas. La propia ley no es muy democrática porque es unilateral, porque sólo se aprueba con el apoyo de los partidos de la izquierda, porque no sólo no se ha buscado el consenso sino que se ha buscado que fuera una memoria de parte, y porque se han rechazado todas las enmiendas, las 521, que se han presentado contra esta ley, haciendo gala de ese espíritu de parte y escasamente democrático que se contradice abiertamente con el nombre de la ley.

La objeción más grave a la ley, de hecho, es que viene a considerar democrático todo lo que no es franquista. Esto entra dentro de la parte del discurso de la izquierda que no es verdad y tampoco discutible, sino directamente mentira. Desde luego la primera organización que no era demócrata y no defendía la democracia por el mero hecho de estar contra Franco era el PSOE. No ya desde 1936, sino al menos desde 1933. Basta con recuperar la hemeroteca de los periódicos del PSOE y de las Juventudes Socialistas para evidenciar esta verdad.

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Que Franco no era un demócrata no lo discute nadie, pero que eran demócratas todos los que se oponían a Franco está claro que es mentira. La dictadura del proletariado y el régimen ruso de Stalin eran el modelo alternativo a Franco de prácticamente toda la izquierda española. Una vez más ahí están las imágenes y las publicaciones de la época de la propia izquierda para demostrarlo.

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La ley anula todas las condenas del franquismo por razones políticas e ideológicas, lo que de hecho puede dejar jurídicamente impunes todos los crímenes del bando republicano. Independientemente del carácter dictatorial del Franquismo, muchos de los condenados a muerte por el franquismo habían sido a su vez responsables de haber condenado a muerte a muchas personas por razones políticas e ideológicas. No todos los represaliados por el franquismo eran inocentes. No todos eran angelitos. Si se anulan todas las condenas, habría que volver a juzgarlos.

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La ley establece que se considerarán actos contrarios a la memoria democrática “la realización de actos efectuados en público que entrañen descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas o de sus familiares, y supongan exaltación personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra o de la Dictadura, de sus dirigentes, participantes en el sistema represivo o de las organizaciones que sustentaron al régimen dictatorial”. Resulta llamativa esta disposición por varios motivos. Primero porque resulta lo bastante vaga como para que la presentación de un libro o una conferencia en la que se hable de las víctimas del bando republicano, del golpe de la izquierda contra la república en 1934 cuando perdieron las elecciones, o del modelo dictatorial que defendían antes de la Guerra Civil el PSOE o el PCE, pudiera ser considerado como un acto ilegal. Por otro lado, vivimos una situación en la que se consagran jurídicamente como actos de libertad de expresión los ongi etorris y agur jaunaks a los etarras, siempre que no aparezca nadie en el ongi etorri con una foto de Franco en la camiseta. A las víctimas del franquismo se las protege, a las de la ETA no.

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La nueva legislación establece la purga del callejero, la retirada de distinciones o la exclusión de las subvenciones públicas de todos aquellos que no consigan el sello aprobatorio de la izquierda y la nueva ley de memoria, pero como de hecho todo lo que no es franquismo se considera democrático no pasa nada con Largo Caballero, Indalecio Prieto, Jose Díez, Negrín, Companys o Pasionaria, que contra toda evidencia histórica pueden preservar todos sus reconocimientos como supuestos defensores de la libertad y las democracia.

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Irónicamente, una interpretación extensiva de la memoria histórica a lo que podría dar lugar es a la extinción o ilegalización de casi todos los partidos que han aprobado la ley. O sea, el PSOE, el PCE, el PNV o ERC no es que sean herederos de todos aquellos partidos que fueron corresponsables de todos los horrores cometidos, y corresponsables de todos los errores que condujeron a la guerra civil, es que son ellos mismos los que siguen conservando sus siglas no con vergüenza, sino con orgullo. No han hecho todavía una revisión autocrítica de sus actos. No reconocen lo que defendían ni su discurso. La Transición no ha pasado por ellos. Una vez más el no ser franquistas les lava de toda culpa y les convierte en defensores de la democracia aunque fueran golpistas contra la república en el 34 al perder las elecciones, o aunque defendieran abiertamente el estalinismo y la dictadura del proletariado en vez de la democracia.

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La ley prevé asimismo sancionar las campañas de divulgación o publicidad que por cualquier medio escrito o verbal, en sus elementos sonoros o en sus imágenes, se entienda que resultan contrarios a la ley, o que incitan a la exaltación de la Guerra o de la Dictadura, y entrañan descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas o de sus familiares. Es decir, dependiendo de la interpretación que se haga de la ley, este mismo artículo podría ser perseguible por la ley. No ya por decir que Franco era bueno, o que era malo pero por lo menos hizo pantanos, sino por cuestionar la naturaleza democrática (según sus propias publicaciones) de casi todos los antifranquistas, lo que nos lleva al último punto.

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Bildu apoya esta ley y es un buen ejemplo de todos los males que venimos comentando. Uno de los precios por el apoyo de Bildu es que el ámbito temporal de la ley se extienda hasta 1983, bien pasada la Transición, la caída del régimen franquista, la llegada de la democracia y la aprobación de la Constitución, para poder meter de refilón a los GAL. ETA, por el contrario, es otra prueba evidente de que estar contra el franquismo no convierte a nadie automáticamente en demócrata. Igual que estar contra Stalin o contra Hitler no convierte a nadie automáticamente en demócrata, o los nazis serían demócratas por estar contra Stalin y los comunistas serían automáticamente demócratas por estar contra Hitler. Demócrata es el que defiende la democracia, no el que quiere sustituir una dictadura por otra.

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