La cualificación del concejal de Seguridad en Pamplona es ser jardinero y no tiene “ni idea” de si se reforzó la seguridad para la celebración de la Carpa el día de la manada magrebí

El caso de la manada magrebí ha vuelto a poner sobre la mesa el alarmante problema de la inseguridad en Pamplona. Hoy mismo es noticia nacional que Navarra es la comunidad española en la que más han crecido en lo que llevamos de 2025 las agresiones sexuales con penetración, un 48%. El dato es mucho más preocupante si nos remontamos a 2019. Las violaciones desde entonces se han multiplicado por 2,6. En el segundo trimestre de 2025 llevamos 37 agresiones sexuales con penetración en Navarra, 1,4 por semana. Esta es la Navarra real según los propios datos oficiales en los balances de criminalidad del Ministerio del Interior. El gobierno archifeminista de Chivite no ve sin embargo ningún problema de seguridad aunque casi se hayan triplicado las violaciones. Nada por lo que preocuparse. Nada que resolver. Se triplican las violaciones y el gobierno dice que no pasa nada. Las asociaciones y plataformas “feministas” tampoco dicen nada contra esta indiferencia del gobierno. No se manifiestan, no exigen medidas, ni siquiera denuncian el problema. Estas asociaciones y plataformas supuestamente feministas que cuelgan del presupuesto existen para defender al gobierno, no a la mujer.

Lo que falla, sin embargo, no es sólo el contexto general. Lo concreto al ser examinado también revela y explica el desastre. El concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Pamplona (Bildu), hace un par de días, era preguntado por las medidas de seguridad que se habían tomado respecto a la celebración de la Carpa de la UPNA, el marco en el cual tuvo lugar la agresión de la manada magrebí el pasado día 23. No sólo es la chica violada volviera de esa fiesta, y que de por sí en circunstancias normales la fiesta de la Carpa sea un acto masivo lleno de jóvenes que merezca una especial atención desde el punto de vista de la seguridad, es que además hacia semanas que se había denunciado un incremento de la inseguridad en la zona por la presencia de asentamientos ilegales de inmigrantes. Los acusados de la violación acampaban en uno de estos asentamientos. El concejal de Seguridad Ciudadana, tantos días después de la violación, reconoce no tener “ni idea” de si en torno a la celebración de la carpa hubo algún refuerzo de seguridad, pese a los informes de los que reconoce ser conocedor y que alertaban de los problemas en la zona a causa de los asentamientos. Ni antes ni después de la violación ha merecido esta cuestión por lo visto su atención. ¿Pero quién es esta eminencia de la que el Ayuntamiento de Pamplona hace depender nuestra seguridad?

El currículum de Endika Alonso Irisarri, el concejal de Seguridad y Convivencia Ciudadana, no deja lugar a dudas sobre la nula cualificación de esta persona para encargarse del cargo que ocupa. La seguridad en Pamplona se encuentra encomendada una persona que no tiene más que el bachillerato y un curso de jardinería. ¿Qué formación tiene esta persona para encargarse de un apartado tan importante como la seguridad? Ante una situación de deterioro de la seguridad tan alarmante, ¿es esta la cualificación del responsable de seguridad que merece Pamplona? Y si evidentemente no es por su cualificación, ¿cuál es el motivo de que esta persona ocupe este puesto? ¿Su disciplina política? ¿Su devoción a Asirón?

Ser jardinero no es desde luego un desdoro, no es esa la cuestión. La cuestión es si para entrar a un quirófano a operar a una persona o para pilotar un avión la cualificación adecuada es jardinero. Constantemente nos dice la izquierda lo importante que es apostar por la educación y la formación, y que todo el mundo tenga derecho a la educación y la formación, pero después observamos que para nombrar a una persona para un cargo es totalmente irrelevante la formación y la educación. Pero entonces, ¿por qué un personaje como Endika Alonso Irisarri, sin ninguna cualificación, es el encargado de la seguridad en Pamplona por Asirón?

La respuesta la encontramos quizá hace sólo unos meses, cuando Endika Alonso Irisarri fue noticia por haber pronunciado el discurso de cierre del festival Hatortxu Rock, una serie de conciertos que anualmente organiza el entorno de la izquierda abertzale para recaudar fondos y apoyar a los presos de ETA, a los que Hatortxu Rock no considera asesinos sino “represaliados” y “presos políticos”. Respecto a estos asesinos lo se que exige en los conciertos es su impunidad (como si no hubieran hecho nada) y su excarcelación inmediata. El concejal de Seguridad de Pamplona acudió a cerrar este concierto brindando por los presos de ETA con estas palabras exactas: “Hasta que todos estén en casa. Viva nosotros. Vivan los nuestros. Viva Hatortxu”.

Hasta el PSN condenó hipócritamente estas palabras. Hipócritamente, porque en su mano está exigir a Asirón el cese de este personaje o acabar con el propio mandato de Asirón. Obviamente el PSN deja que los concejales de Bildu en Pamplona puedan hacer y decir lo que quieran porque la alcaldía de Pamplona forma parte de los pagos del PSOE a Bildu para mantener a Pedro Sánchez en el sillón.

Si buscábamos la cualificación de Endika Alonso Irisarri en su currículum estábamos equivocados. Es evidente que no es ahí donde podemos encontrar el motivo de que sea el concejal de Seguridad en Pamplona. Lo que para Bildu cualifica a Endika Alonso Irisarri para el puesto es su entusiasmo brindando por los asesinos de ETA. Malo sería que el concejal de Seguridad fuera una persona sin cualificación alguna para el puesto, pero peor si cabe que sea una persona cuya cualificación sea su apoyo a los presos de ETA. La inseguridad, en su constante crecimiento en Pamplona, puede que encuentre algún obstáculo para seguir aumentando, pero ese obstáculo no será la cualificación académica y profesional para el puesto del concejal de Seguridad del Ayuntamiento.

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