La confianza empresarial se está hundiendo en España. Así se desprende de los últimos datos publicados por el INE. El hundimiento se ha acentuado súbitamente en este último trimestre del año. Los empresarios españoles advierten un empeoramiento de la situación en los meses venideros, reafirmando lo que por otro lado viene siendo señalado por todo tipo de indicadores sintéticos. El empeoramiento de la situación por otro lado es palpable ya para el común de los ciudadanos. El punto de hecho es hasta qué punto empeorarán las cosas y si el horizonte no lo pintamos ya todos tan negro que no pueda resultar que la realidad supere las expectativas, por lo menos las de todo el mundo menos las del gobierno.
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Dentro de este panorama de degradación de las expectativas empresariales, una vez más Navarra vuelve estar en los últimos puestos del ranking. La gráfica elaborada por Institución Futuro con los datos del INE resulta bastante concluyente. Ya sólo esto debería preocuparnos bastante a los navarros, pero es que en los últimos tiempos nos estamos acostumbrando a ver a la Comunidad Foral en los últimos puestos de cualquier ránking de crecimiento económico. Eso es lo que seguramente uno ve durante unos años antes de dejar de ser una de las comunidades punteras de un país.
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Las expectativas empresariales no son un asunto menor por una doble cuestión. En primer lugar porque los empresarios viven la crisis con información de primera mano. Sus expectativas no se basan en lo que les cuentan, sino en la realidad que están viviendo con sus negocios. Si las expectativas empresariales caen de golpe en el último trimestre, podemos dar por hecho un empeoramiento real de la situación detrás de esta caída de las expectativas.
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En segundo lugar, las decisiones de inversión de los empresarios se basan en sus expectativas, ya sea a la hora de invertir, desinventir, emplear, desemplear o hacer una campaña, por lo que las expectativas empresariales son un asunto de la mayor importancia. Lo que nos dicen los datos es que la cosa va mal en general y peor que mal en Navarra en particular. Lamentablemente tenemos un gobierno que piensa que todo lo puede arreglar pagando ayudas y subsidios con el dinero que llueve del cielo, sin necesidad de mimar la economía real para poder pagar todas esas ayudas y subsidios. Como si cuando caiga la economía real el estado no fuera a ir detrás.
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