La perspectiva es fundamental en todos los escándalos de corrupción que se van destapando. Lo que podía pasar más o menos desapercibido en un momento dado, se revela un dato importante pasado el tiempo, a la luz de otros hechos que se van descubriendo. De este modo, a mediados de julio y ya con casi toda Navarra desconectada y en modo vacacional, el consejero de Cohesión Territorial del Gobierno de Navarra, el tito Chivite, avanzaba que las obras de duplicación de los túneles de Velate adjudicadas a la UTE de Servinabar iban a tener un sobrecoste por “imprevistos”. ¿Cuál iba a ser ese coste? El consejero tío de Chivite no lo especificó en un primer momento.

A los pocos días, el tío Chivite concretó en 8,5 millones el sobrecoste de la obra, debido a los diversos imprevistos encontrados sobre el terreno. La UTE de Acciona y Servinabar no había sabido por lo visto prever estas dificultades e incluirlas en su oferta con el coste real que iban a tener las obras. ¿Hubiera conseguido Servinabar la adjudicación si se hubiera presupuestado un coste más realista? ¿Es este desajuste una irregularidad más del proceso? ¿Sirven de algo las cifras presupuestadas cuando después los costes finales se multiplican? ¿Gana entonces el que hace la oferta más realista o el que hace la oferta más optimista? ¿O la gana la empresa de la que es propietario en la sombra el Secretario de Organización del PSOE y mano derecha de Pedro Sánchez? Podríamos decir también que era la mano derecha de Chivite, pero dicen las malas lenguas que Chivite era más bien la mano izquierda de Cerdán.

La hemeroteca indica que en las obras del Archivo del Palacio de Navarra, adjudicadas asimismo a Servinabar, también hubo un sobrecoste del 28,5% que se tradujo en el desembolso de 730.000 euros extra para la empresa de Antxon Alonso y Cerdán. Se ve que a Alonso y Cerdán no se les daba bien esto de calcular con exactitud, pero total daba igual, todo le salía siempre bien a Servinabar.