El análisis más obvio que se puede hacer del anteproyecto de los Presupuestos Generales de Navarra para 2023 es que no tienen nada que ver con la realidad. El asunto es tan evidente como que se contempla un aumento del gasto no financiero del 9,8% con un crecimiento del PIB navarro que los propios Presupuestos estiman en un 1,4%. El problema añadido es que, resultando ya evidente el desfase entre el crecimiento del gasto y el previsto para la economía navarra según las cuentas del propio gobierno, aparte del gobierno foral ya nadie se cree ese crecimiento del 1,4%, que ayer mismo BBVA Research reducía al 0,2%, por cierto el segundo más bajo de España.
¿Cuánto crecerán las CCAA en #2023?#Navarra, en el vagón de cola con un 0,2% según los últimos datos de @BBVAResearch #PIB pic.twitter.com/N6miUlSOPW
— Institución Futuro (@ifuturo) October 19, 2022
Si observamos la evolución del gasto no financiero en Navarra, nos encontramos con que si los Presupuestos de 2016 contemplaban un gasto de 3.731 millones, los de 2023 se disparan hasta 5.238 millones de euros. Es decir, hablamos de un crecimiento del gasto del 40% cuando el PIB navarro, en ese mismo tiempo, ha pasado de 18.747 millones a unos 21.000 millones de euros, un crecimiento aproximado de sólo el 12%.
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Podría argumentarse que precisamente porque la economía da muestras de debilidad es bueno que el gobierno, para compensar, aumente extraordinariamente el gasto público. Esta forma de pensar es la que llevó a Zapatero a dejar el estado al borde de la quiebra en el año 2011. Desde luego todo lo que el gobierno gasta por un lado lo tiene que quitar de otro. Para poder gastar, el gobierno tiene que quitar más dinero del bolsillo al contribuyente navarro. En un momento tan delicado no sólo es que quitar más dinero a los navarros puede terminar de estrangular la economía (y con ello desplomar la recaudación), sino que puede poner a muchos navarros en auténticas dificultades para llegar a fin de mes, acumulándoseles las subidas de impuestos, el aumento de los precios de la cesta de la compra, el combustible o la factura de la luz.
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Mención especial merece el aumento hasta los 1.685 millones de los gastos de personal del gobierno foral. Prácticamente un tercio del gasto público son gastos de personal. Los gastos de personal devoran el presupuesto. El dinero de los impuestos no sirve para pagar la Educación y la Sanidad, sino sobre todo para mantener y aumentar la brecha salarial de los empleados públicos. Aunque se intente etiquetar estos presupuestos como progresistas, su idea de redistribuir la riqueza consiste en empobrecer a los trabajadores del sector privado para enriquecer todavía más a los trabajadores del sector público, que cobran un 58% más.
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Podría concluirse, empalmando además con las cifras de los Presupuestos Generales del Estado, con la idea de que gastar más de lo que se ingresa no es liberalismo ni socialismo. Es decir, un gobierno puede decidir tener impuestos más bajos o más elevados, un estado más grande o más pequeño, pero siempre con las cuentas cuadradas. Tener las cuentas descuadradas por el déficit o el endeudamiento no es una ideología, es una insensatez se tenga la ideología que se tenga. A la población española le resulta difícil de entender, pero hay alguien mucho más peligroso para el mantenimiento de los servicios públicos que quien baja el gasto de 100 a 95, y es el que los sube de 100 a 110 cuando lo que ingresa es 94. Ser socialista es sólo un error de concepto, pero gastar más de lo que se ingresa no es ser socialista ni es una ideología, sino un vicio. Frente a un socialista que no gaste más de lo que ingresa, un socialista que gasta más de lo que ingresa es un manirroto, un pródigo, un incapaz, algo que se sale de la esfera de la economía y empieza a entrar en el campo de una peligrosa tara moral. Bien es cierto que el socialista que no gasta más de lo que ingresa puede ser un ente mítico de existencia dudosa, como los unicornios, aunque respecto a estos huidizos seres de existencia discutida dicen que en algunos estados nórdicos se han encontrado sus huellas en la nieve o se les ha realizado alguna foto, eso sí siempre inconcluyente y desde grandes distancias.
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