La que no llora no mama. Si Chivite no le llora a Pedro Sánchez, a Pedro Sánchez no se le ocurre invertir en Navarra. ¿Dónde invierte el PSOE? En las comunidades donde hay un partido de cuyos votos depende el sillón de Sánchez. Si tus votos a Sánchez se dan por supuestos, como los del PSN, a Sánchez le da lo mismo la inversión en Navarra. Para Sánchez hay dos tipos de comunidades poco interesantes: las que votan mayoritariamente a sus rivales y las que le entregan el voto sin condiciones. A ambas les desprecia del mismo modo y a ambas les raciona de forma similar el chorro presupuestario, que se redirige hacia las comunidades donde se juegan sus apoyos.
Las cifras resultan desalentadoras. 700 millones de euros en 7 años. Navarra contribuye con un 1,6% a las cuentas generales pero sólo recibe de las cuentas generales del estado un 0,57%. Aquí además no se puede esgrimir el discurso, por otro lado falso, de que tenemos impuestos bajos, y de que IRPF, Sociedades o Patrimonio favorecen a los ricos y las empresas frente a otras comunidades. Si pedimos más dinero del estado no se nos puede aplicar por tanto la cantinela de que no podemos pedir más por un lado de los impuestos generales y bajar los impuestos particulares por otro.
Obviamente hay una medida en que aportar más de lo que recibimos parece lógico, puesto que a pesar de los esfuerzos de Chivite y compañía seguimos siendo una comunidad más rica que la media, pero esta forma de pensar salta por los aires en el momento en que introducimos en la ecuación un elemento como el concierto para Cataluña. En la medida en que este concierto se pacta para que Cataluña contribuya menos, y el concierto catalán no se busca para contribuir lo mismo o más que hasta ahora, se rompe la justicia del sistema. ¿Cómo se puede exigir a los navarros que aporten más porque son más ricos si la vara de medir es distinta para Cataluña? Cuanto menos aporte Cataluña, más nos tocará al resto, o menos inversión del estado aún será posible en comunidades como Navarra.
Por otro lado, la situación de Navarra no es de menor inversión por parte del estado por ser una región más rica, sino de franco abandono. Las dos infraestructuras más importantes de Navarra, el Canal y el AVE, llevan de facto años y años paralizadas. Puesto que unos socios rechazan estas infraestructuras y otros socios no pueden reconocer abiertamente su paralización, el acuerdo tácito al que parece haberse llegado es ralentizar el desarrollo de estas obras hasta un un nivel tan bajo que casi equivale a la paralización. De este modo unos socios pueden presumir de que gracias a ellos estas obras no avanzan y otros pueden aparentar que han impedido su paralización. Además así Chivite no le tiene que pedir más dinero a Sánchez, no se tiene que acercar al peligroso vértice crítico de Page y Lambán, y se salva de cualquier posible purga que se pueda fraguar en Ferraz.