Pese a que se trata de un asunto que parece haber caído en el olvido, el hecho es que el caso Davalor sigue dando coletazos. De lo que no se tiene noticia, ni se tendrá, es de los 2,6 millones de los contribuyentes navarros que perdió el mandarinato de progreso. La última noticia es que la juez del caso ha llamado a declarar en septiembre como investigados a Ayerdi y a otros cuatro cargos que participaron en la nefasta inversión. Dos de ellos siguen en su cargo en la actualidad.
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Todo el caso Davalor resulta de lo más extravagante no ya sólo en su gestación, sino en todo su desarrollo, y no sólo en lo que se refiere a su vertiente económica, sino quizá y sobre todo en lo que se refiere a su vertiente política.
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Es decir, en lo que se refiere a la vertiente económica no había que ser un genio para ver lo dudoso de la inversión, la prueba son las reservas expresadas desde el minuto uno por este mismo confidencial. ¿Acaso no tenían esas mismas dudas en Industria, en Economía o en Sodena? ¿Qué clase de gente hay en Industria, Economía o Sodena si no tenía esas dudas? Y si las tenía, ¿por qué se tomaron atajos para empezar a prestar dinero a Davalor? Ayerdi ya reconoció en su día que la decisión de invertir fue «tomada con un carácter totalmente personal» y mediante procedimiento extraordinario. Podría añadirse que por u procedimiento sin precedentes, o desde luego sin precedentes buenos.
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En el año 2020 hubo ya una sentencia sobre Davalor en la que se declaró la quiebra culpable de la empresa, señalándose que “la empresa se encontraba en situación de insolvencia en el año 2015 y el Administrador eludió la obligación de declarar el concurso”. Davalor incumplió la obligación legal de presentar cuentas, a pesar de lo cual Ayerdi continuó aprobando préstamos a Davalor durante al menos dos años. A Ayerdi como poco se la colaron, o se la dejó colar. El caso es que este tampoco es uno de esos casos en los que pudiera valer el comodín del “no se podía saber”. Al parecer, salvo dentro del gobierno, todo el resto del mundo sí lo podía saber.
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Por lo que respecta a la vertiente política del caso, lo más increíble de todo es que Ayerdi continuó siendo consejero también con Chivite, aunque el escándalo ya había estallado, y aunque el PSN en la oposición había denunciado el escándalo y había exigido responsabilidades políticas por el error. En el momento en que Chivite tuvo que elegir entre exigir esas responsabilidades o su sillón, sin embargo, como siempre Chivite eligió su sillón. Así fue como Ayerdi contra toda lógica y toda coherencia, por la sumisión del PSN y la soberbia de Geroa Bai, continuó siendo consejero hasta que en 2021 Ayerdi es formalmente considerado por la Justicia como investigado y dimite, pero no por coherencia ni dignidad, sino porque se vuelve contra él una norma aprobada por los partidos de “progreso” obligando a los cargos públicos a dimitir al ser investigados por la Justicia, una norma que por cierto eliminaron tras verse Ayerdi obligado a dimitir. Al parecer, nunca pensaron que a ellos se les pudiera aplicar esa norma, y la eliminaron para evitar que se les pudiera volver a aplicar. La norma por lo visto sólo era buena para cuando gobernaban los demás.
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La reflexión final podría versar sobre esta situación. Por un lado están las cosas que ve todo el mundo, y por otro lado hay un pequeño porcentaje de personas que no ven las mismas cosas que los demás. En el caso de Ayerdi, claramente estaba en este pequeño porcentaje. Pero este pequeño grupo de personas a su vez se divide en dos, porque hay gente que ve las cosas distinto que los demás y al final se demuestra que tenía razón y gente que ve las cosas distinto que los demás y al final se demuestra que estaba equivocada. Si ves las cosas diferente que todos los demás, y al final se demuestra que tenías razón, entonces eres un genio, pero si ves las cosas diferente que todos los demás y se demuestra que estabas equivocado, y que todo el mundo veía el error menos tú, entonces es que eres un auténtico gañán. No hay forma de entender como Ayerdi pudo ser tan gañán.
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